cinco

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cinco

🃏

PLEX

Jopa terminó de colocar las cámaras en el
espacio que tenía separado en mi habitación. En el cuarto de invitados había hueco, pero sin duda tengo la habitación más grande de la casa, así que el equipo estaba mejor ahí.

No quería que se dañase ni nada. Aunque en los últimos tiempos grabar vídeos se me atragantaba, así que no estaba seguro de como de útiles iban a ser todas aquellas tecnologías.

—Ve bajando, bro. Voy a coger el bañador que hace muchísimo calor.—le indiqué. No era la primera vez que ninguno de los chicos estaba en mi casa, así que no me sentía en la necesidad de indicarle como bajar hasta el salón.

—Dale.—el andaluz desapareció silenciosamente. No me había traído mucha ropa desde Madrid, porque aún conservaba algunas camisetas y pantalones en mi armario.

Mi cuarto era una mezcla entre el Dani de dieciséis años que se había marchado a Madrid buscando un sueño, y el que era ahora. Placas de youtube, premios, fotos en las paredes...

Y luego estaba el armario, que era un mundo a parte. Entre las prendas de ropa de cuando aún iba al instituto, sin duda tenía que haber un bañador.

La prenda azulada apareció finalmente ante mis narices. Agarré la cinturilla de mi pantalón de chándal y comencé a bajarlos.

—¿SE PUEDE SABER QUÉ COÑO HACES?—me subí los pantalones al instante. La voz irritante de cierta morena me hizo pegar un salto en el sitio.

—¿Qué te pasa a ti?—me giré de golpe para encontrarme a la chica, estática en el marco de la puerta.

Sus ojos escanearon mis abdominales como si estuvieran buscando algo entre ellos. Una pena que sean perfectos.

—¿Lo de desnudarte delante de tu vecina lo haces habitualmente o es sólo por qué soy yo?—su tono de burla hizo que me hirviera un poco más la sangre.

¿Quién se creía esta chica? Aparecía de la nada en mi cuarto mientras me estaba poniendo el bañador y encima lo hacía vacilando.

Increíble, sencillamente increíble. Ojalá pudiera volver al pasado y asegurarme de no haberla conocido.

—Iba a ponerme el bañador.— replique, y eso que no debía darle ninguna explicación. —Pero respondiendo a tú pregunta, no, no soy de desnudarme ante la primera de cambio.

Por mucho que mis amigos pensaran que sí.

Lucía volvió a quedarse muda un instante, como sopesando si debería tratar de meterse conmigo de nuevo o si ya era hora de rendirse.

—¿Ese es el bañador que vas a ponerte, dices?—caminó hacía mi, y cuando estuvo a mi lado, me quitó la prenda de las manos. El leve roce de nuestros dedos me pareció demasiado casualidad.

Casi como si lo hubiera planeado.

—Si, ¿algún problema?—la chica movía la tela azul enfrente de su nariz, como tratando de averiguar algo. —Oye, trae eso.

—Es lindo.—de un manotazo, se lo arrebaté de las manos.—Vale, bruto. Todo tuyo, no pensaba robartelos.

—Voy a cambiarme.—musité. De nuevo no sabía porque la estaba informando.—Date la vuelta o márchate.

Lucía alzo los brazos como si estuviera en un atraco, y se giró ciento ochenta grados hasta darme la espalda.

Creo que no me había cambiado de ropa jamás tan rápido.

agosto | YosoyplexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora