nueve

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nueve

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PLEX

La casa estaba en silencio. O eso me pareció. No se oían voces, ni ruidos de pasos, ni jaleo en la cocina, que es lo que acostumbraba a despertarme.

Tal vez era aún de madrugada. Eso podía ser una explicación.

Tenía el cuerpo cortado de la resaca, y cuando abrí los ojos, sentí como si un rayo me atravesara la frente. Y no estilo Harry Potter ni estilo Rayo Mcqueen.

A mi lado, las sábanas arrugadas y el hueco de la cama vacío donde por la noche había estado Lucía.

Le propuse quedarse a dormir, pero negó con la cabeza y un rato después, tras una pausa silenciosa en la conversación, se había marchado sin hacer ruido.

Debí haberme quedado dormido.

En la mesilla, desbloqueé el teléfono móvil. La hora brillo en mi pantalla, haciendo que se me saltaran un par de latidos del corazón.

Mi familia iba a matarme. Por suerte mis padres eran bastante permisivos con los horarios, sobre todo si tenía amigos en casa y más ahora que me había independizado.

Pero las cuatro y media de la tarde tal vez era demasiado.

Un par de mensajes de los chicos me avisaban de que bajara cuando me levantara, que estaban viendo una película con Ana y me habían dejado un bol de macarrones con tomate para cuando quisiera desayunar.

Casi merendar ya.

Nutritivo sin duda. Igualito a mi dieta de cuando entrenaba para la Velada. Apenas habían pasado cuatro semanas del combate y en realidad se sentía como una vida entera.

Cuando me puse de pie, a duras penas y con unas increíbles ganas de matar al Plex del pasado que tomó la decisión de meterse entre pecho y espalda una botella de Ron, vi un papel amarillo junto a una botella de agua a los pies de la cama.

¿Qué coño? Eso no lo había dejado yo allí.

Agarré el post-it con miedo, por si era un mensaje de mis padres antes de irse a trabajar echándome la bronca por no saber comportarme o por ser un alcohólico. Igual las palabras de Lucía habían acabado llegando a sus oídos.

Pero no, todo lo contrario.

"Para la resaca de mañana,
Lucía <3"

Destapé la botella de plástico sin romper el tapón, que ahora con el nuevo invento era bastante común que me pasara y le di un trago al agua fresca.

Le debía una, porque me estaba sentando como gloria bendita.

Si tuviera su whatsapp podría mandarle un mensaje para darle las gracias, pero la realidad es que tendría que pedírselo a Ana. Y después del espectáculo de la noche anterior no tenía muy claro que mi hermana pequeña quisiera hacerme favores.

Cuando baje al salón me encontré al grupo tal y como me había avisado Jopa. Adri y Borja comían palomitas de un cuenco mientras Ana había optado por M&M's, que le tocaba compartir con el cámara.

agosto | YosoyplexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora