diecisiete

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diecisiete

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PLEX


Las yemas de mis dedos recorrieron la piel de mi cuello con un gesto de frustración. Frente al espejo del baño, mi reflejo me observaba con la frente arrugada y las cejas hacia abajo. Con la mano derecha me sujeté el puente de la nariz.

Había sido bastante estúpido pensando que el encuentro sería fácil de cubrir. No había sido sencillo en absoluto. Además, al contrario que mi hermana, yo no tenía un equipo entero cubriéndome las espaldas.

—Plex.—era Lili, la novia de Borja, que a penas había llegado ayer, quién llamaba mi nombre. Con velocidad me subí el cuello de la sudadera, en un intento por disimular la marca rojiza que se formaba en el punto en que mi clavícula se unía con la zona de mi hombro.—Te he pillado.

La chica había subido hasta el baño de la bohardilla, donde me encontraba. Por suerte no llevaba a nadie detrás, y eso que acostumbraba a ser perseguida por Borja, que no se despegaba de ella ni un sólo segundo, y a Ana, que quería consejos de moda.

—¿A mi?—la actuación nunca había sido mi punto fuerte. De hecho, cada vez que grababa los tráileres de mis series de YouTube necesitábamos veinte tomas. Las risas de Adri siempre hacían que le tuviéramos que echar del set.

Me dio la sensación de que esta vez había sido fructífero, y que la morena no había notado absolutamente de nada. Pero me equivocaba.

—Sí, a ti.—se rió. Del bolsillo trasero de sus vaqueros, sacó un bote de algo que parecía maquillaje.—Me lo estaba echando, ya sabes, maquillándome para salir, y he pensado que te podría ser útil.

—Pero, ¿cómo?—si bien me había costado dios y ayuda que nadie me viera con la chica de anoche, pensé que lo había conseguido.

En mi mente, Borja y Lili se habían pasado toda la noche juntos. Es más, si Borjita lo sabía todo el mundo se hubiera dedicado a meterse conmigo por ello. No hubiese sido capaz de callárselo. El chico era un cotilla de primera.

—Jopa. Me a visto maquillándome y me ha confesado que anoche mientras estábamos distraídos, Lucía y él te vieron ocupado.—menos mal que habían sido ellos.

De todo el grupo, eran las dos personas en las que confiaba para que me guardaran el secreto. Jopa siempre ha sido el más tranquilo y detallista de todos, así que se fijaba en las cosas pero no decía nada.

Lucía por otro lado, algo me decía que podía confiar en ella.

—Gracias.—mascullé bajando el cuello de la sudadera.—¿Te importa ayudarme?

—Claro que no, Plexín.

Menos mal que Lili era una real, como decían los modernos.

Con su ayuda, un poco de magia y mucha paciencia, conseguimos que los colores no fueran obviamente diferentes. Y como si se tratara de una obra pictórica, de pronto toda mi piel era uniforme.

Ni rastro, ni huella, de los besos que habían ocurrido la noche anterior.

No tardamos mucho más en salir de casa, todo el grupo listo. El pueblo en el que había nacido era muy pequeño, por lo que en menos de cinco minutos, estábamos en la plaza.

agosto | YosoyplexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora