Parte 8 El pájaro visitante

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Un día cualquiera durante la mañana en un pueblito muy pequeño llamado Avelandia, donde casi no había pájaros se escuchó un canto extraño para todos sus habitantes.

El que despertó al pueblo alegremente; aunque todos estaban sorprendidos, ya que los pocos pájaros que vivían allí ninguno cantaba.

La gente se asomaba por la ventana de sus casas, para ver de dónde provenía aquel canto tan hermoso y alegre; pero no veían nada desconocido para ellos.

A pesar de que en el lugar había un visitante misterioso que alegraba a todo el pueblo con su canto durante todo el día; pero nadie sabía de quién se trataba.

Pasaron varios días y continuaban las cosas iguales, el visitante seguía jugando a las escondidas.

Nadie aún había logrado verlo, pero, aunque estaban intrigados de lo que se trataba, les entusiasmaba la idea de que alguien cantara; porque hasta aquella mañana en la que todos despertaron escuchando el armonioso cantó del visitante, aquel era un pueblito triste.

Hasta las plantas y las flores estaban tristes, y parecían no tener vida.

Todos los días, cuando despertaban, se asomaban por las ventanas tratando de descubrir al misterioso visitante, que se ocultaba en los árboles.

En aquel pequeño pueblito por primera vez había vida, y se notaba que estaban en primavera; todo gracias a aquel visitante misterioso.

Pasaban los días, las semanas y los meses y el misterio era aún mayor.

Ya había terminado, la primavera estaba comenzando, el verano, pero seguían sin poder descubrir quién era el visitante misterioso; que cantaba tan armoniosamente.

En el lugar había varios rumores de lo que se podía tratar, porque aún nadie lo había visto; algunos decían que se trataba de un ser mágico, otros decían que era una alegre hada que imitaba él cantó de las aves.

Pero lo cierto era que nadie sabía de lo que se trataba ni porque después de tanto tiempo; aún nadie lo había podido ver.

Todos los habitantes del lugar se lo imaginaban de una manera distinta.

Ninguno coincidía en la forma en la que se imaginaban al misterioso visitante, pero nadie se lo imaginaba como era realmente.

No estaban preparados para ver con lo que se encontrarían más adelante.

Más tiempo pasaba sin poder descubrir al visitante y la imaginación de la gente que allí vivía iba en aumento, cada vez hablaban de cosas más fantásticas; nada de lo que decían se acercaba en lo más mínimo a la realidad.

El verano estaba a punto de terminar, pero ellos seguían sin poder saber qué era lo que todas las mañanas los despertaba con su hermoso cantó.

El cual melodiosamente resonaba en todo el pequeño pueblito, para despertar con su alegría a los habitantes.

Cada vez el otoño estaba más cerca y el misterio del visitante cantarín seguía sin revolverse, todos tenían miedo de que este llegara y el visitante se marchara; sin que ellos lo pudieran ver.

Porque parecía que no le gustaba que la gente lo viera.

Cuando llego al pueblito lo hizo durante la madrugada, mientras todos los habitantes de allí dormían; y desde ese día lo único que se le conocía era su canto, con lo que comenzaba a la mañana y no descansaba hasta la tardecita;

para arrancar nuevamente a la mañana siguiente.

Durante todo el tiempo que hacía que había llegado allí, nunca dejo que nadie lo viera, ni siquiera por casualidad no se sabía cuál era la razón por la que se ocultaba.

Dulces sueños entre nubes de algodónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora