Capítulo 16

106 16 24
                                    

—Llevas mucho tiempo sin venir

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Llevas mucho tiempo sin venir.

Asiento desde el sofá que tantas veces me ha visto llorar. Alicia está sentada en su butaca amarilla con las piernas cruzadas, una taza de café con frases motivadoras, las gafas negras con montura en forma de ojos de gato y su cuaderno con un bolígrafo enganchado a una de las caras.

—He conocido a alguien y creo que me gusta... Me gusta mucho —rectifico.

Se incorpora sorprendida al escuchar eso y creo que vocalizarlo me hace sentir libre, aunque irónicamente vuelvo a estar sentada en el mismo hueco negro al que he vuelto una y otra vez a lo largo de estos meses solo para hablar de cosas horribles que pienso que no tienen solución.

Esta vez me siento diferente, me siento mejor; de pronto el negro ya no es tan oscuro y, aunque no es un festival de colores, deja ver algunos tonos morados. De repente, muestra algo más que un simple vacío.

—Pero tengo miedo —confieso—. Creo que puede traerme más problemas que otra cosa y no necesito agregar uno más.

—Es normal, Emma. Después de tanto tiempo sola, es natural que dudes en dejar entrar a alguien en tu vida. Pero que lo admitas ya es un enorme paso.

—No me entiendes —le doy un sorbo a mi café y dejo la taza sobre la mesa—. Es muy diferente a mí, complicado... y lo último que quiero es que me vuelvan a hacer daño...

—Emma —me interrumpe con suavidad, acariciando mis nudillos—. Vivir no es ir a lo seguro, cariño; es apostar y arriesgarse por lo que queremos, aun sin saber el final. Si crees que el precio de intentarlo y fracasar es muy alto, espera a que te llegue la factura del arrepentimiento, esa será impagable.

Salgo de la consulta de mi psicóloga y recorro la ciudad haciendo algunas fotos antes de volver a casa. No he vuelto a saber de Isabela y tampoco he regresado al casino porque estoy de descanso, pero ocupo mi mente buscando constantemente la respuesta a mi nuevo problema: Hayden.

Las mismas preguntas me acribillan los siguientes días hasta que el sábado decido dar el paso de una vez. Bueno, de dos... Primero, cogí el teléfono para llamarlo, pero colgué al segundo timbre. No tenía claro qué decir. Ahora respiro con el celular otra vez en la mano y abro la foto que tiene en el perfil de WhatsApp. Está en línea. Mi corazón me bombea imperioso, ordenándome dejar de una vez la cobardía. Ya es hora de tomar las riendas de mi vida. Paso los dedos por la pantalla y le envío un mensaje.

«Yo:
Hola.
Sé que he desaparecido, pero necesitaba pensar.
Por otra parte...
Tengo un pañuelo y una maleta en casa esperando a su dueño
¿Lasaña y vino bastarán para izar la bandera blanca?»

El "escribiendo" aparece en la pantalla y aprieto el teléfono presa de la ansiedad. Su respuesta no tarda en aparecer.

«Hayden:
¿Me estás proponiendo una cita?»

Noche de Junio (+18) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora