Capítulo 23

66 11 3
                                    

El otro lado de la cama está desecho cuando me despierto, y las sábanas desorganizadas son lo único fuera de lugar en la enorme habitación de suelo pulido y techos altos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El otro lado de la cama está desecho cuando me despierto, y las sábanas desorganizadas son lo único fuera de lugar en la enorme habitación de suelo pulido y techos altos. Desde la cama, se ve la tina de mármol blanco que ocupa el centro del cuarto de baño y también el vestido que usaba anoche, planchado y colgado de un perchero.

No sé qué hora es, pero vuelvo a meter la cabeza bajo la almohada y dejo pasar el tiempo un rato más antes de levantarme cuando siento unos toques en la puerta.

—Señorita —llaman otra vez. Es la voz de una mujer madura.

Me tapo envolviéndome con las sábanas y me paro a abrir, ocultando la mitad del cuerpo tras la puerta para no hacer tan obvio que voy desnuda.

—Buenos días —saludo a la mujer de uniforme negro y rasgos suaves al otro lado.

—Buenos días —responde con una sonrisa serena—. El señor me pidió asegurarme de que estuviera bien, ya que todavía no se había despertado y estaba preocupado.

—Todo está bien, gracias por preocuparse —le sonrío de la misma manera—. Enseguida termino y salgo.

—Tómese su tiempo, le prepararé desayuno. ¿Desea algo en específico?

Me rasco la cabeza, todavía medio dormida.

—Lo que prepare estará bien. —Asiente y da media vuelta, dándome cobertura para volver a cerrar la puerta.

Busco mi celular intentando saber la hora. Está en una de las mesas de noche, pisando una hoja doblada de papel que tomo, sacándome una sonrisa instantánea con la fina y alargada caligrafía en tinta negra.

«Buenos días, Rubia.
Mirley te preparará desayuno cuando despiertes. Aléjate de mi cocina que no quiero accidentes. Avísale a ella también; cuando estés lista, un médico irá a verte para que elijas qué método anticonceptivo usarás. Estoy harto de esos preservativos que no me dejan disfrutarte. Si necesitas algo más, Steve está abajo. Pídeselo a él. Tuve que salir de la ciudad de improviso, pero regreso en la noche.
Hasta entonces.»

Releo la nota varias veces y me meto a la regadera a bañarme antes de volver a ponerme el mismo vestido de anoche. ¡Un médico vendrá a verme! No sé cómo tomarme eso; supongo que a Hayden no se le dan bien las decisiones en conjunto y va dictando sus órdenes esperando que obedezcan.

La isla de la cocina está llena de comida cuando vuelvo al salón. La misma mujer de antes va de un lado a otro, recogiendo todo y acomodando los utensilios que utilizó. Mirley, la llamó Hayden. Me acerco y se detiene mostrándome de nuevo la misma sonrisa.

—¿Prefiere desayunar en la terraza, señorita?

—Aquí está perfecto, gracias. Todo se ve delicioso. —Los ojos se me van al desayuno que está servido. Lo cierto es que las tripas me suenan; dejar la comida no es mi estilo. Soy capaz de devorar todo lo que me pongan y más si tiene esta pinta tan deliciosa—. A propósito, me llamo Emma, no son necesarias las formalidades.

Noche de Junio (+18) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora