Capítulo 19

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Saco la botella de agua y cierro la puerta de la nevera de un golpe seco que hace girar a la pelinegra acostada en mi sofá

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Saco la botella de agua y cierro la puerta de la nevera de un golpe seco que hace girar a la pelinegra acostada en mi sofá.

—Déjalo ser. —Dice—. El bufé está servido, simplemente eliges y te restriegas a cualquiera en la fiesta. Verás cómo se muere de celos, arrepintiéndose.

—No sé de qué hablas. —Me hago la sueca, aunque sé muy bien a qué se refiere.

—Hablo por la pobre puerta que no tiene la culpa. —Suspira y vuelve a su teléfono.

Ayer me acosté dando vueltas en la cama, y la falta de sueño solo consiguió que el genio de esta mañana me amaneciera peor.

<Solo a ti se te ocurre creerle algo. >

Hayden no apareció ni a las nueve, ni a las diez, ni a ninguna hora. Primero me preocupé, como es lógico, porque nadie pone como primera opción que te dejen plantada. Lo llamé y el muy cabrón me apagó el móvil.

A la puta mierda. Mejor que el papelón llegue ahora y no después; aquí no ha pasado nada y chao. Aunque no puedo negar que estoy que me subo por las paredes.

—Claudia ya viene en camino. —Le digo a Lorena, y le paso el sándwich que sale caliente de la tostadora—. Dejaremos todo listo y después regresamos para arreglarnos.

—Ok. —Le da una mordida al pan, poniendo los ojos en blanco—. Me parece perfecto. Demonios, que bueno está esto.

Subo los pies en la mesa al frente y, con el plato en los muslos, me dispongo a desayunar, citando prados, verdad y mariposas en mi mente.

—Y por curiosidad. —Devora el último trozo y se chupa los dedos antes de apartar el plato de cerámica azul—. ¿No te ha llamado para disculparse?

—O vaya. —Exclamo, mirando alrededor—. Creo que escucho una mosca, una muy molesta y bocona que no sabe mantenerse callada.

Me hace una mueca de desagrado y se levanta, sacudiéndose las manos, camino a las escaleras del dormitorio.

—Voy a bañarme. —Anuncia—. Quizás cuando baje dejes de ser tan inmadura, pequeña polilla.

Me quedo sola en el salón y escucho el agua caer cuando Lorena abre la ducha. Recojo los platos sucios y llevo todo al fregadero, llenándome de espuma hasta los codos cuando limpio la bandeja del horno. Lleno la taza de café y es el segundo que me tomo en lo que va de mañana.

¿Que si me ha llamado para disculparse? Hayden nunca lo haría, y en el hipotético caso de que quisiera colaborar para que llueva sobre los ángeles, tampoco lo sabría. No cuando ayer, en mi momento menos esquizofrénico, quitándome el maquillaje que con tanto esfuerzo había recreado, abrí su contacto y lo bloqueé.

<Ojalá pudiera bloquearlo también en persona.>

—Están tocando la puerta. —Lorena baja con la cabeza envuelta en un turbante de toalla y cubierta por el albornoz—. ¿No escuchas?

Noche de Junio (+18) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora