Capítulo 18

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—Apaga la luz, mamá

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—Apaga la luz, mamá. —Balbucea, metiendo la cabeza bajo la almohada—. Es sábado, no tengo nada que hacer.

Agarro el dobladillo del edredón y tiro de él hacia abajo, destapándola para que despierte de una vez.

—No es sábado. —La corrijo—. Es lunes y despierta de una vez.

Tiene el pelo enmarañado y entrecierra los ojos, todavía soñolienta, esforzándose por enfocar mi imagen frente a ella.

—Desayunaremos fuera. —Le aviso—. Y quiero presentarte a mis amigos, así que no demores que ya estoy lista.

El que no demore es por gusto, soy consciente. Lorena se contonea todo lo que le da la gana cada vez que va a salir. Saca ropa de la maleta buscando qué ponerse, y toda queda esparcida por la habitación formando un caos.

—Aquí no hay nadie para recoger tus regueros. —La reprendo, y me ignora metiéndose a bañar—. Contrólate o yo misma pagaré el pasaje de regreso.

—Ya lo recogeré cuando vengamos. —Grita desde el baño—. No seas una polilla molesta que te lanzaré por el balcón.

Termina decantándose por un enterizo negro de manga corta y unas sandalias blancas con medias altas que deja por encima de la tela. Yo opté por un conjunto deportivo de short y sudadera roja para ir a hacer las compras y los recados cómodamente.

—La gorra. —Ruedo los ojos cuando ella regresa, poniéndosela en la cabeza antes de cruzar el umbral y cerrar el apartamento.

—Recuerda que para ellos soy Emma Bennett. —Le digo cuando ya estamos en el carro—. No saben nada y tampoco tiene por qué saberlo, ¿sí?

—Por lo menos te escogieron un lindo nombre. —hace una mueca y se pone las gafas, sonriendo—. Vamos, arranca esta tartárea y llévame a disfrutar de la ciudad del pecado.

Aparco en el estacionamiento del restaurante de Travis, y el valet parking se lleva mi auto, que me da hasta vergüenza dejar ahí rodeado de todos los coches de lujo que están estacionados alrededor.

—Es lindo el lugar. —Dice, admirando la estructura acristalada bordeada de arbustos que tenemos delante.

—Es de un amigo. —Saco el celular y le envío un mensaje a Claudia preguntando dónde está.

«Clau:
En el reservado.»

Subimos por unas escaleras, y la hostess de la entrada comprueba las reservas haciéndonos pasar hasta la zona de arriba donde nos esperan. Hay un camino de madera rodeado de grava y fuentes a la altura del piso por donde corre agua iluminada por luces LED. Había venido antes al restaurante, pero nunca había subido aquí, y es precioso. Las paredes están cubiertas por vegetación artificial y flores de colores, mientras que del techo cuelgan las enredaderas florecidas en ramilletes lavanda.

Noche de Junio (+18) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora