—Esta es tu última oportunidad para echarte atrás. —dice Isabela—. Todavía estás a tiempo, piénsalo por favor.
Volteo a ver los iris oscuros de Karla, que me observan con desesperación mientras el labio inferior le tiembla. No quiero sentir lástima por ella, pero no encuentro ningún otro sentimiento que no derive en eso.
—No voy a echarme atrás. —El suspiro de alivio de la chica me remueve. —Ya está decidido. Yo haré mi parte y tú harás la tuya una vez tengamos la dirección.
—Bien. —Deja ir el aire y se frota la sien—. No podemos arriesgarnos a ponerte ningún micrófono o chip de localización, pero cinco de mis seguridades se infiltrarán en el casino como clientes. Que te hayan citado ahí es una ventaja que aprovecharemos, al menos para tu seguridad.
Los dedos de Karla tamborilean sobre la madera del escritorio, aumentando mis nervios y la jaqueca que no me deja tranquila desde que me levanté.
—¿Qué pasará si no te dejan salir? —pregunta nerviosa.
—Eso no pasará. —Le aprieto el hombro en un gesto de consuelo, aunque la que va directa al matadero soy yo.
Salgo en el Audi rojo con la música a todo volumen, esperando que eso aliviane la opresión que siento en el pecho desde que salí esta mañana a hurtadillas de la cama de Hayden, dejándole una simple nota.
Necesito concentrar todas mis energías en una sola cosa: estar alerta porque no sé qué pasará esta noche.Dejo uno de los dos cafés que compré de camino a Harry y subo a mi apartamento, que encuentro tal cual lo dejé ayer por la mañana.
Releo el mensaje con las indicaciones de Rafael y tiro el móvil enojada sobre la cama para ir en busca de algo que alivien el dolor de cabeza. Las pastillas terminan dejándome en un estado de semiinconsciencia durante casi toda la tarde.Tengo tres mensajes de Claudia cuando me levanto, hablándome sobre una cena familiar antes del concierto de mañana. Le contesto y deslizo los dedos por la pantalla buscando el contacto de su hermano.
Las horas desde que salí esta mañana de su casa me parecen una eternidad. No tengo nada importante que decir más que una mala excusa para justificar mi ausencia, pero el sonido rasgado de su voz calienta mis venas como un chute de energía que tanto necesito.
Bien decía Alicia que este era el mejor regalo que nos podríamos hacer a nosotros mismos, y no hablo de entregar tu felicidad a otra persona, sino de permitirnos sentir esa ilusión que empaña todo, que te remueve el piso y te hace vibrar. Esas emociones que te recuerdan que estás viva. Las mismas emociones que había olvidado y que son tan necesarias para que el camino merezca la pena y las cosas cobren sentido.Subo los vuelos del vestido y me llevo las palmas al interior de los muslos, fundida en el sentir que guardan mis recuerdos. Su voz todavía machaca mi tímpano y saboreo el «Mía» que salía de su boca mientras me cogía ayer, haciendo a un lado la tanga que deja el sexo descubierto y unta mis dedos de humedad.
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Noche de Junio (+18)
RomanceLa vida de Sophia se pone patas arriba nada más pisar New York, todo cambiará al terminar esa noche y ella no podrá evitarlo. Obligada a irse de la ciudad, lo hará con un único objetivo; cobrar venganza por cada golpe del destino. Amistades, lazos y...