Capítulo 41

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Elena

Me despierto de golpe, el bebé esta muy activo, cuando veo el reloj me doy cuenta que son la 1:00 am; el brazo de Luca está en mi cintura o bueno lo que antes era mi cintura, lo intento mover pero cae de espalda, se pasa un brazo por los ojos y el otro lo deja apoyado en su pecho.

Luca es hermoso con todos sus tatuajes en su pecho al descubierto, en el lado de su corazón se había tatuado mi nombre la mia dea Elenahabía llorado cuando me lo enseño hace meses, mis hormonas están muy alteradas y lloro por todo, incluso por una canción o un documental.

Cuando me apoyo en la cabecera de nuestra cama, empiezo a sentir antojo de comer pizza y un postre de chocolate, algo que en la casa se había acabado; Luca prometió que iría a comprar, pero no fue. Con ese simple pensamiento las lagrimas se me saltan, el bebé tiene hambre y yo también, me muevo y empiezo a despertar a mi marido que duerme como roca.

-Luca – lo llamo, pero nada – Luca despierta – nada y se me sale un sollozo y más lágrimas.

- ¡Luca! – le grito, mientras las lagrimas bajan a montones de mis ojos y le doy un golpe en el pecho, eso hace que se despierte de golpe, tome el arma y encienda su lampara.

- ¿Dea? – me llama y al ver mis lagrimas suspira y se me acerca - ¿Qué pasa cariño por que lloras? – me pregunta y eso hace que llore mas fuerte... malditas hormonas

- Es que... tenemos... hambre... y en la casa no hay chocolate y pizza – le digo entre hipo, me observa un momento y deja salir una carcajada, solo hace que llore mas fuerte de enojo - ¿Por qué te ríes de mi? Te recuerdo que fue tu estúpida polla la que puso a nuestro hijo en mi vientre.

Me toma del rostro y me limpia mis lagrimas, mientras se me escapa unos cuantos hipos – no me rio de ti cariño, simplemente te ves adorable – me dice antes de ponerse de pie y acercarse al teléfono.

-Renzo ve con unos hombres y búscame dos pizzas hawaianas y un postre de chocolate, mi mujer tiene antojos de algo dulce... te espero... no tardes mucho – termina la llamada con mi mirada fija en él, eso me saca más lagrimas y un sollozo... rayos  – y ahora ¿por qué estas llorando cielo?

- Porque... tú... mandaste a Renzo... por... mis antojos... no sabes... cuanto... te amo... y lo feliz... que me haces – le digo entre sollozos, lo que hace que suspire y me tome en sus brazos, se sienta apoyado en mi lugar conmigo en su regazo.

- Enserio cariño, no me gusta ver esas lágrimas, haría cualquier cosa por ti, incluso mandar a mis hombres por tus extraños antojos así que deja de llorar – me dice depositando besos en mi rostro.

Después de 30 minutos Renzo llama a Luca diciendo que están en la entrada de la villa ya con la comida, Luca y yo bajamos al ver al hombre corro y le doy un gran abrazo, al verlo con dos cajas e pizza  – gracias Renzo, mi bebé y yo te lo agradecemos – le digo antes de correr a sentarme al sofá y poner una película mientras como mi pizza y mi postre.

-Para un italiano verte comer eso, es una abominación – me dice mientras se sienta a mi lado y me quita un pedazo de pizza, deja escapar un gemido de satisfacción – pero esta... está muy deliciosa – dice con resignación.

Sin darnos cuenta, Luca tenia los mismos antojos; cuando empecé con la pizza con piña casi le da un infarto, pero al siguiente día ordeno dos cajas y él se comió una caja entera y así nos dimos cuenta que el también le afectaban los antojos;  tiene un antojo que en lo personal me da asco y es el postre de vainilla con pepinillos es asqueroso.

Vemos una película mientras yo como mi postre, a mitad de la película me acurruco en los brazos de Luca y caigo en un sueño profundo, al despertarme de nuevo veo que estoy en nuestra habitación, me levanto y me preparo para mi día; doy una caminata pequeña adentro de la casa, cuando me acerco al estudio de mi marido, veo que esta sentado en su escritorio en una llamada.

THE MAFIA QUEENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora