capítulo 12

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12
Hinata

Otra vez tenía problemas para dormir, así que recorrí el pasillo de
puntillas y abrí la puerta de naruto. Esa noche, dormía bocabajo, rodeando con un brazo la almohada mientras que el otro colgaba del borde de la enorme cama. Estaba roncando... una especie de ronroneo grave que necesitaba oír.

Observé su cara en la penumbra.
Me recorrí los labios con la punta del dedo, sorprendida todavía por el hecho de que me hubiera besado, de que me hubiera abrazado, y de que hubiéramos bailado. Sabía que todo formaba parte de su gran plan, pero había momentos, por pequeños que fueran, en los que veía a un hombre distinto del que estaba acostumbrada a ver. El asomo de una sonrisa, el brillo de sus ojos e incluso alguna que otra palabra amable. Todo eso me había pillado desprevenida esa noche. Ojalá permitiera que esa parte de sí
mismo aflorase más a menudo, pero mantenía sus emociones, las positivas al menos, bajo llave. Era algo de lo que ya me había percatado. Sabía que si decía algo, se encerraría en sí mismo todavía más. De modo que decidí
permanecer callada... al menos, de
momento. Eso sí, debía admitir que
besarlo no había estado mal. Teniendo en cuenta las barbaridades que podían salir de su boca, sus labios eran cálidos, suaves y carnosos, y sus caricias, tiernas. Gimió y rodó sobre el colchón, llevándose la ropa de cama consigo. Su delgado y definido torso quedó a la vista. Tragué saliva, en parte por la culpa de estar observándolo y en parte por el asombro. Era un hombre muy guapo, al menos por fuera. Masculló algo incoherente y yo retrocedí, dejando la puerta entreabierta, tras lo cual regresé de puntillas a mi habitación.

Tal vez esa noche se hubiera
mostrado más agradable durante
algunos momentos, pero dudaba
mucho que reaccionara bien si me descubría mirándolo mientras
dormía. Aun así, sus suaves ronquidos me ayudaron a sumirme en un plácido sueño.
.
.

Me marché temprano del piso para visitar a chiyo. Estaba lúcida y de buen humor. Me reconoció, me
pellizcó la nariz y hablamos y
reímos hasta que se quedó dormida.

Bebí café mientras ella dormía y
contemplé los cuadros que había estado pintando. Escogí uno que me gustaba especialmente, uno con
flores silvestres, y lo estaba admirando cuando ella se despertó.Me miró, se acercó en su silla de ruedas y extendió el brazo para que le diera el cuadro.

-Me gusta este. -Sonreí-. Me recuerda a cuando íbamos a coger
flores en verano.

Ella asintió con la cabeza, con aire distraído.
-Tendrás que preguntarle a mi
hija si está a la venta. No estoy
segura de dónde se ha metido.

Me quedé sin aliento. Había vuelto a irse. Los momentos de lucidez cada vez se espaciaban más, pero ya sabía que no debía alterarla.

-A lo mejor puedo llevármelo e ir a buscarla.

La vi coger su pincel y volverse hacia el caballete.
-Puedes intentarlo. Quizá esté en el colegio. Mi hina es una chica muy ocupada.

-Gracias por su tiempo, señora
Ishikawa.

Me señaló la puerta, despachándome. Salí de la habitación con el cuadro aferrado entre las manos mientras contenía el llanto. No me reconocía, pero en el fondo de su corazón seguía
considerándome su hija. De la misma manera que yo consideraba que era parte de su familia. Fue como una bofetada que me recordó por qué estaba haciendo eso con naruto.
Por qué fingía ser quien no era.
Era por ella. Me sequé las lágrimas y regresé al piso.
.
.

Cuando abrí la puerta, Naruto me recibió con el ceño fruncido.
-¿Dónde estabas? ¡Tienes una cita!

Inspiré hondo y conté hasta diez.
-Buenos días, Naruto. Solo son las diez. Mi cita es a las once. Tengo tiempo de sobra.

Todo por amor  (naruhina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora