capítulo 21

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21
Naruto

Mientras desayunábamos, sakura recibió una llamada de Sasuke que le dijo que no regresaría hasta el domingo. Dado que las tormentas
continuaban, le aseguramos que podía quedarse ese día en casa hasta que él la recogiera al día siguiente.
No había alternativa.Además, lograba hacer reír a hinata, y me gustaba oír el sonido de su risa. Quería oírla con más frecuencia.

Los tres fuimos a ver a chiyo acompañados por los truenos lejanos de la tormenta. Insistí en que el menú consistiera en hamburguesas de queso, y solté que acostumbraba a llevarle una a Chiyo a escondidas. Hinata se sorprendió al descubrir todas las visitas que yo había hecho sin que ella se enterara. En sus ojos brilló el agradecimiento mientras se ponía de puntillas para besarme, un gesto que me pilló por sorpresa. Tiré de ella para estrecharla contra mí, aprovechándome del hecho de tener a Sakura de audiencia, y la besé hasta que estuvo colorada y avergonzada. Sakura me miró y me guiñó un ojo mientras yo aceptaba la pesada bolsa de las hamburguesas con una enorme
sonrisa.

Chiyo estaba silenciosa pero lúcida cuando llegamos. Se echó a reír cuando le dije que llevaba uvas para Pakkun. Al pájaro le gustaba picotearlas y yo no tenía que cortar nada, ni tenía que sobornar a Tenten a fin de que lo hiciera por mí. La tienda de bombones donde compraba seguramente habría tenido un aumento en las ventas durante las últimas semanas, y el personal de la residencia estaba deseando que apareciera por la puerta para ver qué llevaba en cada ocasión. Nunca los decepcionaba.

Sakura estaba casi recuperada, volvía a ser una mujer alegre y habladora, y entretuvo a chiyo con las historias de su familia. Eso me ofreció la oportunidad de sentarme y observar a Hinata con chiyo. Estaba a su lado y le había cogido la mano. De vez en cuando, le acariciaba una mejilla o le pasaba la mano por la frente para apartarlealgún mechón suelto mientras hablaba o se reía. Bromeaba con chiyo y la animaba a comer. También le puso una servilleta al cuello mientras la reñía por mancharse. Chiyo le pellizcó la nariz a modo de respuesta.

-Deja de ser tan marimandona, Hina.

-Sí que lo es -murmuré-. Se pasa todo el día dándome órdenes.

-Es mi venganza -susurró ella.

-¡Para eso están las esposas! -
exclamó Sakura con una carcajada.

Hinata y yo nos quedamos helados. No le habíamos dicho a chiyo que nos habíamos casado. Nuestras miradas se encontraron por encima de la cabeza de la anciana, sin saber muy bien qué hacer. Chiyo se enderezó en la silla y
dejó de comer. Nos miró a uno y a
otro.

-¿Os habéis casado? -Se volvió hacia Hinata-. ¿Os habéis casado sin decírmelo? ¿Hina, estás embarazada?

Hinata negó con la cabeza. -No, chiyo, no estoy embarazada.

-Pero os habéis casado.

-Sí.

Chiyo me miró y apartó la bandeja del almuerzo. -Me gustaría hablar con mi hija en privado.

Caminé de un lado a otro del pasillo sin dejar de mirar la puerta cerrada. Gemí al tiempo que me dejaba caer contra la pared y apoyaba la cabeza en la dura superficie.

-Naruto, lo siento mucho -se
disculpó sakura-. No imaginaba que chiyo no lo sabía. Ni siquiera se me ocurrió la posibilidad de que no se lo hubierais dicho.

-Por supuesto que no.

-¿No lo sabía? ¿No es una cuestión de que lo haya olvidado?

Quise mentirle y responderle que se lo habíamos dicho a chiyo. Que la culpable era la enfermedad, no nosotros. Pero me estaba cansando de tantas mentiras. Me alejé de la
pared y me froté la nuca.

Todo por amor  (naruhina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora