Capítulo 22

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Naruto

Hinata estuvo callada el resto de la noche. Empezó a llover de nuevo a intervalos hasta que escampó a eso de medianoche.

Sakura se percató del tenso ambiente intentó ser discreta. En un momento dado, me preguntó si Hinata estaba bien.

-Hemos... esto... hemos discutido -admití. Las pareja discutían, de modo que mi respuesta... parecía plausible.

-¿Por lo de antes?

-Sí. -No le aclaré por qué había sido exactamente. Dejé quepensara que era por lo sucedido con chiyo.

-¿Quieres que me vaya?

-No, tranquila.

-No os acostéis enfadados. Habladlo -me animó-. Me iré pronto a la cama y respetaré vuestra intimidad.

Como no sabía qué responder, asentí con la cabeza. No tenía la menor idea de qué decirle a Hinata, pero en cuanto Sakura subió las escaleras, ella la siguió. Esperé un rato, apagué la tele y me reuní con ella en mi dormitorio. Ya estaba acostada, acurrucada, pegada al borde del colchón. Me preparé para acostarme y me tumbé junto a su pequeño y cálido cuerpo.

Titubeé antes de extender un brazo
para pegarla a mi torso.-No te enfades conmigo.

-No estoy enfadada, estoy triste.-Suspiró.

-No puedo cambiar mi forma de ser.

Se dio la vuelta en la oscuridad para mirarme a la cara.

-Creo que, en ciertos aspectos, ya has cambiado.

-Es posible -admití-. Aunasí, lo que siento por ciertas cosasno ha cambiado, y los hijos y el amor son algunas de ellas.

-Todo es blanco o negro contigo.

-Tiene que serlo. Así es como me enfrento a la vida.

-Te pierdes muchas cosas.

Le acaricié una mejilla con un dedo, recorriendo su suave piel en la oscuridad. Sentí la humedad y supe que había estado llorando. Me inquietó pensar que hubiera estado allí tumbada, alterada.

-Hinata... -empecé.

-¿Qué? -susurró.

-Sé que esto se ha complicado, que ha crecido. Sé que eres mejor persona que yo y eso te preocupa. No esperaba que los Sannin formasen parte de nuestra vida más allá del trabajo. No había planeado conocer a chiyo y encariñarme con ella. Ya no podemos hacer nada más que seguir la corriente. No puedo cambiar mi forma de ver las cosas porque son mis creencias. Pero hay algo en lo que te
equivocas.

-¿El qué?

Apoyé la mano en su cara y la acerqué más a la mía.

-No me caes mal. Todo lo contrario. Me arrepiento de todas las palabras crueles, de todos los malditos recados inútiles y de todos los trabajos sucios que te ordené hacer. Creo que eres muy valiente por acceder a hacer esto conmigo y los motivos que te impulsaron a hacerlo me sorprenden. Eres desinteresada y amable, y el hecho de que te hayas convertido en
alguien tan importante para mí demuestra lo especial que eres.

Las lágrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas. Gruñí, incapaz de soportar más emociones por ese día.

-Joder, mujer -mascullé con tono juguetón-, intento ser amable y te echas a llorar. Me rindo. Seguiré siendo un capullo.

Me dio unas palmaditas en la mano.
-No, tranquilo. Ya paro. -Sorbió por la nariz-. No me lo esperaba. Eso es todo.

-Estoy intentando disculparme.

Todo por amor  (naruhina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora