*[Para poder entender está historia leer el primero y el segundo libro]*
Ambos viviendo en un mismo edificio, era inevitable negar su extraña conexion. El amor surgiría entre ellos confirmando sus sospechas desde la primera vez que sus miradas se cr...
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Capítulo 46: "Pequeña Charla"
Abrió poco a poco los ojos encontrándose con una habitación que no era la suya, entonces pensó: “cierto, anoche me quede en la mansión de Satán”.
Se movió un poco entre las sábanas y miro a su alrededor buscando algo...o a alguien. Sus ojos se posaron en cierta cabra qué estaba frente al armario buscando alguna camisa. El caído lo miro de caderas a cabeza, se sonrojo levemente.
—Al fin despiertas enano—el caído se sobresalto. La cabra lo miró y sonrió levemente con ternura.
—Aun no comprendo por que te sonrojas—dijo la cabra colocandose una camisa cómoda. El caído lo miro y se sonrojo más por lo bien que se veía con esa camisa la cual se ajustaba bien a su cuerpo.
—Lo que yo no entiendo es que aun preguntas eso mirando...lo atractivo que eres—dijo el caído. La cabra rio y se acercó a la cama. Hizo un movimiento con sus manos y apareció una cajita de medicamentos. La cabra se sentó en la cama junto al caído.
—Toma...debes tomarlo—dijo la cabra. El caído frunció el ceño—No quiero—dijo cubriendose por completo con las sábanas. La cabra suspiro y lo descubrió, lo cargo y subió a su regazo. El caído lucho, pero la cabra era más fuerte.
—Vamos no seas terco—dijo la cabra entre risas por lo tierno que se veía. El caído se rindió. La cabra hizo aparecer un vaso con agua y se lo dio al caído junto con los medicamentos. Este se los tomo.
—A ver…abre la boca—dijo la cabra. El caído frunció el ceño y nego—Vamos abre la boca—el caído la abrió como niño regañado. La cabra miro y luego lo miro a los ojos.
—La lengua, subela—dijo la cabra. El caído lo miró algo irritado, subió la lengua. La cabra asintió.
—Bien, arreglate. Iré por el desayuno—dijo la cabra, guardo silencio por unos segundos y tomo valor para hablar.
—Lucifer creo que deberias quedarte aquí hasta que mejores y mientras permanescas aquí…los besos, el sexo…lo que sea que teniamos debe terminar—dijo en un tono firme la cabra.
—¿Qué? ¿Por qué?—dijo el caído. La cabra suspiro—Tu todavía no has superado a ese pecador y esto solo te hace daño...nos hace daño a los dos—el caído lo vio sin palabras y sin poder creer lo que escuchaba.
—No te voy a forzar...prefiero que sanes esas heridas antes que empecemos algo tú y yo—dijo la cabra. El caído gacho la mirada y luego lo vio.
—¿Qué te dijo mi hermano?—dijo el caído. La cabra negó—No me dijo nada, yo creo que es lo mejor...tú solo tratas de usarme como método de alivio para tú dolor...no me molesta la verdad, pero tú...tú te haces daño y no puedes escapar de lo que te pasa de esa manera—dijo la cabra.
—Lu, es lo mejor—dijo la cabra. El caído negó—Tienes razón…ahora me siento un imbécil—dijo el caído. La cabra acuno su rostro entre sus manos y negó.