** parte 5 **

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Ana y Lucas se sumergieron en la preparación para la travesía hacia la Isla del Susurro. Con el diario de María en mano, pasaron horas investigando, organizando mapas y recolectando todo lo que podrían necesitar.

—Necesitamos provisiones —dijo Ana, revisando una lista—. Comida, agua, y tal vez un par de linternas por si acaso.

Lucas asintió mientras buscaba en el garaje de su abuelo. Allí encontró una pequeña barca de remos que había pertenecido a su familia durante generaciones.

—¡Mira esto! —exclamó, limpiando el polvo de la embarcación—. Podría servirnos para llegar a la isla.

Ana se acercó emocionada.

—Es perfecta. Pero primero necesitamos repararla. ¿Crees que tu abuelo pueda ayudarnos?

—Claro, él siempre sabe cómo arreglar cualquier cosa —respondió Lucas con una sonrisa.

Cuando llegaron a casa de su abuelo, Lucas le explicó su plan. El anciano observó a los jóvenes con una mezcla de preocupación y orgullo.

—La Isla del Susurro es un lugar peligroso —advirtió—. Las corrientes son fuertes y la niebla puede jugarte malas pasadas. Pero si están decididos, les ayudaré a preparar la barca.

Mientras trabajaban juntos, el abuelo compartió historias sobre sus propias aventuras en el mar, llenando a Ana y Lucas de entusiasmo.

—Y recuerda —dijo mientras les enseñaba a atar nudos—, siempre confíen el uno en el otro. En el mar, la amistad es tan importante como cualquier provisión.

Después de un día entero de trabajo duro, finalmente terminaron de reparar la barca. Estaba lista para navegar hacia lo desconocido.

Esa noche, Ana y Lucas se reunieron en casa de Ana para revisar el diario nuevamente. Las palabras de María resonaban en sus corazones: "Quiero descubrir lo que hay más allá del horizonte".

—Mañana partimos al amanecer —declaró Ana con determinación—. Será nuestra oportunidad de descubrir qué le sucedió a María y si realmente existe esa isla.

Lucas sonrió mientras miraba por la ventana hacia el mar iluminado por la luna.

—Sí, es hora de que nuestras propias aventuras comiencen.

Al amanecer siguiente, con una brisa fresca acariciando sus rostros, Ana y Lucas subieron a la barca con sus provisiones y el diario cuidadosamente guardado. Con cada remada hacia el horizonte, sentían que estaban más cerca no solo del destino físico sino también del espíritu aventurero que habían encontrado en María.

Mientras navegaban, las olas parecían contarles secretos antiguos y las gaviotas sobrevolaban como guardianes de su misión. Sin embargo, a medida que se adentraban más en el mar abierto, una densa niebla comenzó a envolverlos.

—Esto es exactamente lo que decía el abuelo —murmuró Lucas con un tono preocupado.

Ana asintió mientras intentaba ver más allá de la bruma espesa.

—No podemos volver ahora. Debemos seguir adelante… ¡María nos está esperando!

Justo cuando empezaban a dudar, vislumbraron una silueta en medio de la niebla: un faro antiguo brillando débilmente en la distancia.

—¿Qué es eso? —preguntó Lucas sorprendido.

Ana sintió un escalofrío recorrer su espalda al darse cuenta de que era un faro muy parecido al que habían visitado antes.

—Tal vez sea una señal… o un nuevo comienzo —respondió con esperanza mientras remaban con más fuerza hacia él.

Cuando se acercaron al faro, notaron que estaba cubierto de algas y parecía abandonado. Sin embargo, había algo familiar en su estructura que les hizo sentir una conexión instantánea.

Al desembarcar y explorar los alrededores, encontraron una puerta entreabierta que invitaba a ser explorada…

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" El café  de los recuerdos"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora