** parte 28 **

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El sol se alzó sobre la reserva natural, iluminando el campamento con su cálida luz dorada. Después de un desayuno rápido, Ana y sus amigos estaban listos para otro día lleno de aventuras. Hoy, se enfrentarían a un desafío: participar en una limpieza del sendero y plantar árboles en áreas deforestadas.

—Esto es justo lo que necesitamos —dijo Lucas, mientras se ponía guantes—. ¡A trabajar!

El grupo se dividió en dos equipos. Ana, Carla y Javier se encargaron de la limpieza del sendero, mientras que Lucas se unió a otros voluntarios para plantar árboles.

Con bolsas de basura en mano, comenzaron a caminar por el sendero, recogiendo desperdicios y plásticos que encontraban. Cada vez que llenaban una bolsa, sentían una satisfacción creciente al saber que estaban haciendo algo positivo por el medio ambiente.

—Es asombroso cuánto basura hay —comentó Carla, mirando a su alrededor—. No puedo creer que la gente no respete este lugar.

Ana asintió, reflexionando sobre la importancia de educar a otros sobre el cuidado del entorno. Mientras continuaban su labor, se encontraron con un pequeño arroyo.

—¡Miren esto! —gritó Javier—. ¡Es tan hermoso!

Decidieron hacer una pausa y disfrutar del sonido del agua fluyendo. Se sentaron en las rocas, rodeados de naturaleza y sintiendo el aire fresco.

—Esto es lo que deberíamos proteger —dijo Ana—. ¡Debemos asegurarnos de que futuros visitantes puedan disfrutarlo también!

Después de un rato, regresaron a su tarea y pronto llenaron varias bolsas con basura. Con el deber cumplido, se reunieron con Lucas y el resto del grupo para ver cómo iba la plantación de árboles.

Lucas estaba emocionado al ver los pequeños brotes que habían colocado en el suelo.

—Cada árbol plantado es un paso hacia un futuro más verde —explicó uno de los organizadores—. Estos árboles ayudarán a restaurar el ecosistema local y proporcionarán refugio a muchas especies.

El entusiasmo del grupo aumentó al darse cuenta del impacto positivo que estaban teniendo.

Al final del día, todos se reunieron para compartir sus experiencias. Ana miró a sus amigos y sintió una profunda conexión con ellos; habían aprendido tanto juntos en tan poco tiempo.

La mujer mayor que habían conocido la noche anterior se acercó nuevamente.

—Estoy orgullosa de ustedes —dijo con una sonrisa—. Lo que han hecho hoy es solo el comienzo; sigan así y pueden inspirar a otros.

Esa noche, alrededor de la fogata nuevamente, Ana propuso una idea:

—¿Qué les parece si organizamos un evento en nuestra comunidad para compartir lo aprendido? Podríamos invitar a más personas a involucrarse en la conservación.

Todos estuvieron de acuerdo y comenzaron a planear cómo llevarían su mensaje al resto de su ciudad. La emoción creció mientras hablaban sobre posibles actividades: charlas educativas, proyecciones de documentales y campañas de limpieza.

Al mirar las llamas danzantes, Ana sintió que estaban creando algo especial juntos. No solo habían disfrutado de un fin de semana inolvidable en la naturaleza; también habían encontrado una causa común que los uniría aún más.

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" El café  de los recuerdos"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora