** parte 19 **

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Después del exitoso evento, Ana, Lucas, Carla y Javier se sintieron más motivados que nunca. Habían logrado atraer a muchas personas y crear conciencia sobre la importancia de cuidar el medio ambiente. Sin embargo, sabían que su trabajo no había terminado. La tortuga les había mencionado que había más por hacer, y estaban decididos a seguir adelante.

Un día, mientras paseaban por el parque, Ana tuvo una idea brillante.

—¿Y si organizamos un campamento de verano enfocado en la conservación del agua? —sugirió con entusiasmo—. Podríamos hacer actividades divertidas y educativas para los niños.

—¡Eso suena increíble! —respondió Carla—. Podríamos incluir juegos, manualidades y hasta excursiones al lago.

Lucas asintió con la cabeza, emocionado por la idea.

—Y podríamos invitar a expertos para que den charlas sobre el medio ambiente. ¡Imagina lo que podríamos aprender!

Javier, siempre el más pragmático del grupo, agregó:

—También deberíamos pensar en cómo financiarlo. Quizás podríamos hacer una rifa o buscar patrocinadores locales.

Los amigos comenzaron a planear el campamento con gran entusiasmo. Se reunieron casi todos los días después de la escuela para organizar actividades y preparar materiales. Mientras tanto, la perla mágica permanecía en el centro de sus reuniones como un símbolo de su conexión con el mundo acuático.

Una noche clara, mientras se sentaban alrededor de una fogata en el parque, Ana miró hacia el cielo estrellado y sintió una fuerte conexión con la naturaleza.

—¿Creen que deberíamos usar la perla para pedir consejos sobre el campamento? —preguntó.

Lucas sonrió y asintió.

—¡Sí! Tal vez las criaturas del lago tengan ideas geniales para nosotros!

Así que se dirigieron al lago una vez más, llevando consigo la perla mágica. Al llegar, el agua reflejaba las estrellas como un espejo. Ana tomó la perla entre sus manos y cerró los ojos.

—Queremos pedir consejo sobre nuestro campamento de verano —dijo en voz alta—. ¿Cómo podemos hacerlo especial?

La perla comenzó a brillar intensamente y, poco después, emergieron nuevamente las criaturas del lago. Esta vez, fueron peces de colores brillantes y una anciana tortuga que parecía tener mucha sabiduría.

—Su deseo de educar a otros es admirable —dijo la tortuga—. Para hacer su campamento especial, asegúrense de incluir actividades prácticas donde los niños puedan experimentar con la naturaleza directamente: plantar árboles o aprender sobre los ciclos del agua.

Los peces comenzaron a saltar en el agua mientras compartían ideas sobre juegos relacionados con el reciclaje y manualidades usando materiales reciclados.

Ana escuchaba atentamente mientras tomaba notas mentales de cada sugerencia. Cuando terminaron de hablar con las criaturas del lago, se sintieron inspirados y llenos de nuevas ideas para su campamento.

Con cada día que pasaba, los planes para el campamento cobraban vida. Decidieron llamar al evento "Verano Verde". Al acercarse la fecha del campamento, comenzaron a recibir inscripciones de niños de toda la comunidad. La emoción era contagiosa.

El primer día del "Verano Verde" llegó rápidamente. El sol brillaba en un cielo despejado mientras los niños llegaban al parque con sonrisas enormes y mochilas llenas de entusiasmo. Ana y sus amigos estaban listos con actividades planificadas: juegos educativos sobre reciclaje, manualidades utilizando materiales reciclados y una excursión especial al lago donde aprenderían sobre su ecosistema.

Mientras todo transcurría sin problemas, Ana sintió que estaban logrando algo realmente significativo. Poder compartir su amor por la naturaleza con otros era una experiencia gratificante.

Al final del día, se reunieron alrededor del lago para reflexionar sobre lo aprendido. Todos los niños compartieron historias sobre lo que más les había gustado; algunos hablaron sobre cómo habían plantado semillas o habían hecho arte con botellas plásticas recicladas.

Ana miró a sus amigos y sonrió:

—Hoy hemos inspirado a otros a cuidar nuestro planeta. Esto es solo el comienzo.

La tortuga emergió nuevamente del agua al caer la tarde y les agradeció por su dedicación al medio ambiente.

—El mundo necesita más jóvenes como ustedes —dijo con voz profunda—. Sigan trabajando juntos y nunca pierdan esa chispa de entusiasmo.

Con esa motivación renovada en sus corazones, Ana y sus amigos supieron que su viaje apenas comenzaba. Habían hecho una diferencia hoy, pero había mucho más por hacer en el futuro para proteger su hogar natural.

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" El café  de los recuerdos"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora