** parte 14 **

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Ana y Lucas avanzaron hacia la caverna oscura, sintiendo cómo la tensión aumentaba a cada paso. Las paredes estaban cubiertas de musgo y las sombras parecían cobrar vida a su alrededor. La luz de las bioluminiscencias del lago se desvanecía gradualmente, dejando solo la luz de sus corazones palpitantes.

—¿Estás lista? —preguntó Lucas, apretando la mano de Ana.

—Siempre —respondió ella, aunque su voz temblaba un poco.

Al entrar en la caverna, el aire se volvió más denso y frío. De repente, se encontraron en una sala amplia donde el eco de sus pasos resonaba. En el centro había un pedestal sobre el que reposaba un cristal brillante, pulsando con una energía misteriosa.

—Ese debe ser el objeto que necesitamos —dijo Lucas, acercándose cautelosamente.

Sin embargo, antes de que pudieran alcanzarlo, una sombra oscura emergió de las paredes. Era una figura monstruosa, una representación de sus propios miedos: el fracaso, la soledad y la impotencia. La criatura los miró con ojos vacíos y un rugido profundo llenó la caverna.

—¡No! —gritó Ana—. No podemos dejar que nos detenga.

Lucas sintió cómo su corazón latía desbocado. La criatura avanzó hacia ellos, creando una atmósfera opresiva.

—Debemos enfrentarlo juntos —dijo, recordando las palabras de Oceánis.

Ana asintió y respiró hondo. Juntos se plantaron firmes frente a la criatura.

—No tenemos miedo —declaró Ana, su voz resonando con confianza—. Somos más fuertes que nuestros miedos.

La sombra se detuvo por un momento, como si estuviera considerando su valentía. Pero luego lanzó un ataque feroz. Ana y Lucas cerraron los ojos y se concentraron en lo que realmente les motivaba: su amor por el océano y todas las criaturas que habitaban en él.

—¡Piensa en lo que queremos proteger! —gritó Lucas mientras levantaba sus manos en señal de desafío.

Ana recordó las imágenes que había visto en el lago: los corales agonizantes y los peces atrapados. Sintió cómo una oleada de energía comenzaba a fluir a través de ella.

—¡Juntos somos más fuertes! —exclamó Ana alzando su voz aún más fuerte.

En ese instante, la luz del cristal comenzó a brillar intensamente. La sombra pareció tambalearse ante la luz que emanaba de ellos. Fue entonces cuando ambos extendieron sus manos hacia el cristal.

El poder del amor y la determinación fluyó a través de ellos como un torrente, iluminando toda la caverna. La sombra se desvaneció lentamente hasta convertirse en humo gris que desapareció en el aire fresco.

Una calma repentina envolvió la sala mientras Ana y Lucas respiraban profundamente, sintiendo cómo su valentía había triunfado sobre sus miedos.

—Lo logramos —dijo Lucas con una sonrisa amplia, aún temblando por la adrenalina.

Ana sonrió también y se acercó al pedestal donde el cristal brillaba intensamente. Lo levantaron juntos, sintiendo cómo su energía los envolvía como un abrazo cálido.

—Ahora debemos usarlo sabiamente —dijo Ana mientras lo sostenían entre sus manos.

Con el cristal pulsando suavemente entre ellos, ambos sabían que estaban listos para enfrentar la tercera prueba.

Oceánis apareció nuevamente ante ellos con una sonrisa aprobatoria.

—Han superado la Prueba del Valor con éxito. Ahora es momento de la última prueba: la Prueba de la Sabiduría. Deben demostrar que no solo tienen valor y empatía, sino también conocimiento para proteger lo que aman.

Ana y Lucas intercambiaron miradas decididas; sabían que estaban preparados para cualquier desafío que viniera a continuación.

—¿Qué debemos hacer? —preguntó Lucas con determinación.

Oceánis gesticuló hacia una nueva salida detrás del pedestal donde estaba el cristal.

—Sigan este camino hasta encontrar un antiguo templo submarino. Allí enfrentarán preguntas sobre el océano y su historia. Recuerden: no hay respuestas correctas si no provienen del corazón.

Con eso en mente, Ana y Lucas se adentraron por el nuevo pasaje, listos para descubrir lo que les esperaba en su camino hacia la sabiduría...

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" El café  de los recuerdos"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora