** parte 29 **

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La mañana siguiente, después de un desayuno lleno de energía, Ana y sus amigos se sentaron en círculo para discutir su plan. La emoción era palpable mientras cada uno compartía ideas sobre el evento que querían organizar.

—Podemos hacer una presentación sobre la importancia de la conservación —sugirió Lucas—. Y tal vez invitar a un experto que nos hable sobre el ecosistema local.

—¡Sí! —exclamó Carla—. También podríamos tener un stand con información sobre cómo reciclar y reducir el uso de plásticos. Es fundamental que la gente sepa cómo puede ayudar.

Javier, que había estado escuchando atentamente, intervino:

—Podríamos incluir actividades prácticas, como talleres de reciclaje y una limpieza en un parque local. Así la gente podrá ver el impacto inmediato de sus acciones.

Ana asintió con entusiasmo. La idea de involucrar a más personas en su misión resonaba con ella.

—Y no olvidemos las redes sociales —añadió—. Podemos crear un evento en línea para llegar a más personas y generar interés.

Con cada nueva idea, el grupo se sentía más motivado. Decidieron asignar tareas para asegurarse de que todo estuviera organizado. Ana se encargaría de contactar a expertos y coordinar las charlas, mientras que Lucas se ocuparía de la parte logística, como encontrar un lugar adecuado para el evento.

Carla y Javier se tomarían la responsabilidad de diseñar materiales informativos y promocionales.

Después de horas de planificación, sintieron que tenían una base sólida para su evento. Pero antes de regresar a casa, decidieron dar un paseo por los senderos cercanos para reflexionar sobre lo que habían aprendido durante el fin de semana.

Mientras caminaban, Ana notó algo inusual en el suelo: una pequeña flor silvestre que había crecido entre las rocas.

—Miren esto —dijo, agachándose para examinarla—. A pesar de todas las dificultades, la naturaleza siempre encuentra una forma de florecer.

Sus amigos se acercaron y admiraron la resiliencia de esa pequeña planta. Fue un recordatorio perfecto de por qué estaban luchando por conservar el medio ambiente.

De regreso al campamento, comenzaron a empacar sus cosas, pero antes de irse, hicieron una última parada en el arroyo donde habían descansado el día anterior. Se sentaron en silencio, disfrutando del sonido del agua y del canto de los pájaros.

—Esto es lo que queremos proteger —dijo Ana en voz baja—. No solo por nosotros, sino por todas las generaciones futuras.

Cuando finalmente se despidieron del campamento y comenzaron su viaje a casa, todos llevaban consigo una renovada pasión por la conservación. Sabían que tenían mucho trabajo por delante, pero estaban listos para asumir el desafío juntos.

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" El café  de los recuerdos"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora