** parte 10 **

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La figura encapuchada avanzó hacia ellos, su sombra alargándose en el suelo iluminado por la linterna. Ana y Lucas intercambiaron miradas, sabían que tenían que estar listos para lo que viniera.

—¿Quién eres? —preguntó Ana, intentando mantener la voz firme.

—Soy el Guardián de los Ecos —respondió la figura, bajando lentamente la capucha. Su rostro era serio, pero sus ojos brillaban con una mezcla de sabiduría y advertencia—. Aquellos que buscan el corazón del océano deben estar preparados para enfrentar las consecuencias de sus acciones.

—No venimos a causar problemas —dijo Lucas, tratando de sonar convincente—. Solo queremos entender lo que significa esta llave.

El Guardián se cruzó de brazos, observándolos con atención.

—La llave que lleváis es poderosa. Puede abrir un portal hacia los secretos del océano, pero también puede desatar fuerzas que no podéis controlar.

Ana sintió un escalofrío recorrer su espalda.

—¿Qué tipo de fuerzas? —preguntó con cautela.

El Guardián hizo un gesto hacia las inscripciones en las paredes.

—Las historias que habéis visto son advertencias. Muchos han buscado el corazón del océano, pero pocos han regresado. La curiosidad puede llevar a la perdición.

Lucas apretó la llave en su mano, sintiendo su peso y significado.

—No podemos dar marcha atrás ahora —dijo, decidido—. Hemos llegado hasta aquí por una razón.

El Guardián asintió lentamente, como si estuviera evaluando su determinación.

—Si estáis dispuestos a continuar, debéis demostrar que merecéis conocer los secretos del océano. Debéis responder a tres preguntas. Solo entonces se os permitirá usar la llave.

Ana y Lucas se miraron, sintiendo una mezcla de nerviosismo y emoción.

—Estamos listos —dijo Ana con firmeza.

El Guardián levantó una mano y un eco profundo resonó en la cueva mientras comenzaba a formular su primera pregunta:

—Primera pregunta: ¿Qué es lo más valioso que has aprendido en tu viaje hasta ahora?

Ana pensó por un momento antes de responder:

—He aprendido que la amistad y el trabajo en equipo son más valiosos que cualquier tesoro material. Sin Lucas, no habría llegado hasta aquí.

El Guardián asintió, satisfecho con su respuesta.

—Segunda pregunta: ¿Cuál es tu mayor miedo y cómo lo enfrentarás?

Lucas respiró hondo antes de contestar:

—Mi mayor miedo es perder a las personas que amo. Pero enfrentaré ese miedo buscando siempre protegerlas y ser valiente cuando sea necesario.

El Guardián sonrió levemente, mostrando un atisbo de aprobación.

—Tercera y última pregunta: Si tuvieras el poder de cambiar una cosa en el mundo, ¿qué cambiarías?

Ana reflexionó antes de responder:

—Cambiaría la manera en que las personas se relacionan entre sí; deseo un mundo donde todos se ayuden mutuamente y haya más empatía.

El Guardián guardó silencio por un momento, luego alzó la mano nuevamente.

—Vuestras respuestas han sido sabias y sinceras. Habéis demostrado ser dignos de conocer los secretos del océano.

Con esas palabras, el ambiente en la cueva cambió; una luz brillante emanó desde la llave dorada mientras comenzaba a fluir energía alrededor de ellos.

—Ahora podéis usar la llave —dijo el Guardián—, pero recordad: el corazón del océano no solo guarda tesoros; también encierra grandes responsabilidades.

Ana y Lucas asintieron con seriedad mientras se acercaban al altar donde estaba la roca con la llave. Con cuidado, insertaron la llave en una pequeña abertura brillante en la roca.

Un sonido profundo resonó mientras una puerta secreta comenzaba a abrirse en la pared detrás de ellos, revelando un pasaje oscuro y misterioso lleno de luz azulada.

—Esto es increíble —susurró Lucas mientras avanzaban hacia el nuevo camino abierto ante ellos.

Con cada paso que daban hacia lo desconocido, sentían una mezcla de anticipación y temor; estaban a punto de descubrir los secretos del océano… pero también eran conscientes de los peligros que podrían encontrar en su camino.

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" El café  de los recuerdos"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora