Kim Taehyung es hermoso, extrovertido y popular. Su aura es etérea, digna de contemplar; cualquiera que lo mire estará condenado a caer a sus pies.
Por otro lado, Jeon Jungkook es reservado, timido y con una presencia sutil que no llama la atención...
Decir que Jungkook no estaba nervioso sería una mentira. Habían pasado tres años desde que le pidió a Taehyung ser su novio, tres años llenos de momentos felices, pequeños desafíos y mucho amor. Aunque no todo había sido color de rosa, las discusiones que surgieron solo fortalecieron su relación, demostrando que siempre podían encontrar una solución juntos.
Muchas cosas habían cambiado en esos tres años. Por ejemplo, ya no vivían en París, su hogar durante los primeros años de su relación. Ahora residían en Milán, la ciudad de la moda, debido al trabajo de Taehyung, quien se había convertido en un ícono global. Además, llevaba una pequeña marca de unión en su cuello, un símbolo de su profundo compromiso con Jungkook. Taehyung seguía siendo un modelo reconocido, pero había expandido sus talentos y ahora era también un afamado diseñador de alta costura. Por su parte, Jungkook había terminado su carrera y ahora dirigía la empresa familiar con gran éxito.
Esta noche, sin embargo, no era una noche cualquiera. Jungkook había planificado todo cuidadosamente porque hoy sería el día más importante de su vida. Por fin le pediría a Taehyung, el omega de sus sueños, que se casara con él. Estaban en un elegante restaurante con una vista espectacular de la Torre Eiffel, brillantemente iluminada contra el cielo nocturno. Las luces de París reflejaban en los ojos de Taehyung, dándoles un brillo especial que hacía que el corazón de Jungkook latiera aún más rápido.
Ambos se miraban con el mismo amor y devoción que los unió desde el principio. Jungkook sabía que era el momento perfecto. Tomó la mano de su omega, suavemente invitándolo a ponerse de pie. Luego, con un nudo en la garganta por la emoción, se arrodilló frente a él. Sacó una pequeña caja de terciopelo negro de su bolsillo, abriéndola para revelar un anillo exquisito que brillaba a la luz tenue del restaurante.
—Taehyung —comenzó Jungkook, su voz firme pero cargada de sentimiento—, desde el momento en que te conocí, supe que quería pasar el resto de mi vida contigo. Hemos superado tanto juntos, y cada día a tu lado solo ha fortalecido mi convicción de que eres la persona con la que quiero envejecer. ¿Me permitirías ser tu esposo, Kim Taehyung?
Taehyung sintió que su corazón se llenaba de una calidez indescriptible. Había soñado con este momento desde hacía tanto tiempo, y ahora que finalmente estaba sucediendo, parecía aún más perfecto de lo que había imaginado.
—Jungkookie, no puedo imaginar mi vida sin ti. Por supuesto que te permito ser mi esposo —dijo con lágrimas de felicidad en los ojos—. ¡Acepto! Quiero pasar el resto de mi vida a tu lado.
Jungkook se puso de pie, con una sonrisa radiante, y deslizó el anillo en el dedo de su ahora prometido. El diamante brillaba tanto como el amor que compartían.
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Cuando llegaron a su hogar, Taehyung quedó sorprendido al ver que la cama estaba adornada con pétalos de rosa. Cada pequeño detalle le recordaba lo afortunado que era por tener a Jungkook en su vida. Se miraron a los ojos, y Taehyung sintió que no se había equivocado al elegir a Jungkook como su compañero. Jungkook, sin decir una palabra, lo atrajo hacia sí, colocando sus manos firmemente en la cintura del omega antes de inclinarse para iniciar un beso. Era un beso que comenzaba suave y dulce, pero que pronto se volvió más profundo y lleno de pasión. Sus lenguas se encontraron, moviéndose con una urgencia que había crecido con los años que habían pasado juntos.
Jungkook, con cuidado, recostó a Taehyung en la cama, despojándolo primero de sus tacones, acariciando sus tobillos con ternura. Luego, sus manos se movieron con destreza para desabrochar el elegante vestido que Taehyung había elegido para esa noche. El omega se quedó expuesto ante él, con solo su delicada ropa interior, la cual también fue retirada con un toque que mezclaba deseo y reverencia.
—Eres tan hermoso —susurró Jungkook, sus ojos recorriendo el cuerpo de su prometido como si fuera la primera vez que lo veía.
Taehyung, sonrojado, miró a Jungkook con deseo. —Jungkookie… también quiero que te quites la ropa —pidió en un susurro, sus manos temblando ligeramente al tocar el pecho de su alfa.
Jungkook no necesitaba más incentivos. Se deshizo de su propia ropa con rapidez, y cuando ambos estuvieron completamente desnudos, volvieron a unir sus labios, esta vez con más intensidad. Jungkook comenzó a descender sus besos desde los labios de Taehyung hasta su cuello, deteniéndose en la marca que había dejado allí, su propio símbolo de amor eterno. Inhaló profundamente el aroma de Taehyung, un olor que siempre lo había calmado y emocionado a partes iguales.
—Voy a hacerte mío esta noche y todas las noches que vengan —murmuró Jungkook con voz ronca.
De la boca de Taehyung solo salieron suaves jadeos, su cuerpo reaccionando a cada caricia, cada beso que su alfa le daba. Jungkook adoraba la forma en que Taehyung respondía a su toque, y esa noche se prometió que haría todo lo posible para demostrarle, una vez más, cuánto lo amaba.
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