Kim Taehyung es hermoso, extrovertido y popular. Su aura es etérea, digna de contemplar; cualquiera que lo mire estará condenado a caer a sus pies.
Por otro lado, Jeon Jungkook es reservado, timido y con una presencia sutil que no llama la atención...
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La habitación de Jungkook estaba envuelta en penumbra, la luz tenue de la lámpara apenas iluminando las paredes mientras el castaño yacia en su cama, retorciéndose entre las sábanas. Su respiración era errática, su cuerpo ardía en un calor insoportable que parecía intensificarse con cada minuto que pasaba. El dolor en su vientre era agudo, una presión que lo hacía encorvarse mientras sus manos buscaban algo, cualquier cosa, para aferrarse.
Jimin, el beta con atoma nulo no ayudaba. Las palabras de su amigo eran suaves, tranquilizadoras, pero se sentían lejanas, como si estuvieran siendo ahogadas por el latido ensordecedor de su propio corazón.
Jungkook sabía lo que estaba pasando, lo había leído, lo había esperado, pero nunca imaginó que sería así de abrumador. El calor en su cuerpo se concentraba en su vientre bajo, una necesidad urgente que no podía ignorar. Sus pensamientos estaban nublados, su mente solo podía concentrarse en una cosa: Taehyung.
Taehyung, su omega, su único alivio posible.
—Tae... —susurró al principio, su voz temblorosa y llena de desesperación. No sabía si Jimin lo había escuchado, pero en ese momento no le importaba. Su mente se aferraba al único nombre que podía darle consuelo, a la única persona que podría calmar el caos que estaba desgarrando su interior—. Tae... Tae...
Jimin lo escuchó claramente esta vez, y sus ojos se ensancharon con una mezcla de sorpresa y comprensión. Se acercó a la cama, tomando la mano temblorosa de Jungkook entre las suyas.
—Kook, sé que lo que estás sintiendo es abrumador, pero tienes que esperar... Tae está preocupado por ti, pero no puede venir le haras daño. Necesitas calmarte un poco antes de que podamos llamarlo, ¿de acuerdo?
Pero las palabras de Jimin parecían caer en oídos sordos. Jungkook solo podía pensar en Taehyung, en el alivio que su presencia podría traer. En medio de su tormento, una palabra se escapó de sus labios, suave pero clara.
—Omega...
Jimin se congeló, sus ojos ampliándose en shock. Aquello no era solo un llamado, era un reconocimiento, un instinto que Jungkook no podía controlar. El castaño había identificado a Taehyung como su omega, un lazo profundo que ni siquiera la lógica o la razón podían deshacer en ese momento.
—Tae... mi omega... —susurró nuevamente Jungkook, su voz casi quebrada por la necesidad, su cuerpo temblando mientras el calor dentro de él seguía creciendo sin control.
Jimin sabía que no podía ignorar lo que estaba pasando. Se levantó rápidamente, buscando su teléfono y llamando a Taehyung.
—Tae, ¿puedes venir? —dijo sin preámbulos, su voz urgente—. Jungkook te necesita... ha estado llamandote como su omega.
Al otro lado de la línea, Taehyung se quedó en silencio por un momento, sus pensamientos corriendo a mil por hora. Pero en cuanto procesó lo que Jimin había dicho, no dudó ni un segundo más.
—Voy en camino —
Mientras tanto, en la habitación, Jungkook seguía murmurando el nombre de Taehyung, su mente aferrándose a la esperanza de que su omega pronto estaría a su lado, calmando el fuego que lo consumía.