II

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"No te desanimes, Jungkook

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"No te desanimes, Jungkook. Sé que ese omega hueco se dará cuenta de que vales mucho la pena, ¿está bien?"

Jungkook levantó la vista, sus ojos aún húmedos por las lágrimas que había intentado contener. Sus manos temblaban ligeramente mientras ajustaba sus lentes, un hábito que tenía cuando estaba nervioso. Finalmente, susurró, casi inaudiblemente:

"Yo sé que no soy el tipo de Tae. Además, él ya tiene suficientes alfas atractivos detrás de él, y yo... aún ni siquiera me he presentado. Tengo un cuerpo muy delgado, y estos lentes no ayudan mucho... pero no estoy tan mal, ¿cierto?"

Jin se quedó perplejo. No podía creer lo que estaba escuchando. Su hermano, el brillante y talentoso Jungkook, estaba lleno de inseguridades que nunca había mostrado antes. Era difícil de procesar que alguien como Jungkook, que parecía tenerlo todo, pudiera sentirse tan insuficiente.

Antes de que Jin pudiera responder, un fuerte sollozo rompió el silencio en la habitación. Jungkook no había dejado de llorar desde que llegó a su hogar y se encerro en la habitación de Jin, pero este sollozo fue diferente, más desgarrador. Las lágrimas caían sin control, empapando sus mejillas y su camiseta. Jin sintió un nudo en el pecho, incapaz de soportar ver a su pequeño hermanito en ese estado.

-Vamos, Kook- dijo Jin, acercándose más a él y envolviéndolo en un abrazo reconfortante. -No te desanimes. Eres un chico muy bonito, por dentro y por fuera, y tienes un gran corazón. No importa si aún no te has presentado de la manera que quisieras, porque pronto lo harás. Y cuando llegue ese momento, te aseguro que Tae verá todo lo que eres. Eres más que suficiente, Jungkook. No lo olvides-.

Jungkook se aferró a Jin, dejando que su hyung lo consolara mientras intentaba calmar su respiración entrecortada. El calor del abrazo de Jin le proporcionó un alivio que necesitaba desesperadamente, y aunque las palabras de Jin no disiparon completamente sus inseguridades, le dieron una pequeña chispa de esperanza.

-Gracias, hyung-, murmuró Jungkook finalmente, con la voz aún temblorosa pero más firme que antes. -No sé qué haría sin ti-.

-Jin... cuando tuviste tu primer celo

-la pregubta habia tensado al mayor. A los 16 respondio rapidamente

Jungkook se seoara un poco del abrazo oara mirar con ojos llorosos a su hermano, ¿porque yo me demoro tanto, que esta mal?

- oh pequeño, todos los cuerpos son distibtos mi padre tuvo su primer celo a los 23 años.

-no mientas oara animarme jin

- no lo hago, es verdad cuabdo menos lo esperes tu celo llegara


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Cuando Taehyung llegó a su casa, fue recibido por su nana Solar, una mujer anciana que lo había cuidado desde que tenía memoria. Desde niño, Solar había sido más que una simple cuidadora; era la figura materna que nunca había tenido, ya que sus padres siempre estaban ausentes debido a sus obligaciones como reconocidos empresarios en Corea y en el extranjero. Taehyung la consideraba su abuelita, un refugio de calidez en una vida que muchas veces se sentía vacía.

—¿Mis padres no están, verdad? —preguntó Taehyung con una mezcla de resignación y desilusión en su voz.

—Salieron de viaje, pero dijeron que volverían para tu sesión de fotos con Dior —respondió Solar con suavidad, sabiendo que esa respuesta no haría mucho por consolar al joven.

—Está bien, nana. Subiré a mi habitación —dijo Taehyung, intentando mantener su tono casual, aunque en el fondo, sentía la habitual punzada de tristeza.

Solar solo asintió levemente con la cabeza, observando cómo Taehyung subía las escaleras con una expresión de melancolía en su rostro. La anciana sentía un profundo pesar por el chico de ojos azules, quien desde muy pequeño había aprendido a vivir sin la presencia constante de sus padres. Para ella, era doloroso ver cómo sus padres solo parecían estar presentes en los momentos en que su imagen pública era importante, como en sesiones de fotos y pasarelas.

Aunque Taehyung ya se había acostumbrado a la ausencia de sus padres, la tristeza nunca desaparecía del todo. Sin embargo, esa noche tenía algo más en su mente, algo que no le permitía concentrarse en su vida familiar. Recordó el incidente con Jungkook, ese castaño de mirada cálida y sonrisa tímida, y cómo había tirado la flor que este le había dado. Se sintió invadido por un fuerte remordimiento; sabía que había herido los sentimientos de alguien que no lo merecía.

Se sentó en su escritorio, su habitación iluminada por la suave luz de una lámpara de escritorio que le daba un ambiente acogedor. Sin pensarlo demasiado, sacó una hoja de papel y comenzó a escribir una pequeña tarjeta. Las palabras fluyeron de su pluma con más facilidad de la que esperaba.

"Jungkook, siento mucho haber tirado tu flor. No fue mi intención hacerte sentir mal. A veces cometo errores sin pensar, y espero que puedas entender que no fue algo personal.

Releyó la tarjeta varias veces, asegurándose de que sus palabras expresaran lo que realmente sentía. Luego, decoró el borde con pequeños dibujos de flores, esperando que eso suavizara un poco el mensaje. Una vez que estuvo satisfecho, la colocó en un sobre pequeño y escribió el nombre de Jungkook en la parte delantera con una caligrafía elegante.

Al día siguiente, Taehyung llegó temprano a la escuela, mucho antes de que el bullicio habitual comenzara. Se dirigió hacia el casillero de Jungkook, asegurándose de que no hubiera nadie alrededor. Miró a su alrededor una última vez, y con un suspiro, deslizó la tarjeta en el casillero del castaño. Su corazón latía rápidamente, y por un momento dudó de si había hecho lo correcto. Pero sabía que, al menos, debía intentarlo.

Después de dejar la tarjeta, se apartó rápidamente, esperando que Jungkook la encontrara y, con suerte, entendiera lo sincero de su disculpa.

Black swan KookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora