Capítulo 8

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-¿Dónde ha ido First? 

Con el ceño fruncido, Khao cerró su teléfono móvil. 

-No lo sé. No contesta a su móvil. 

Krist apoyó la espalda contra la barra, que ocupaba una esquina del vestíbulo del teatro. Ellos estaban en un descanso, mientras que el equipo de sonido trabajaba en el arreglo de un amplificador. Dentro de poco, volverían al escenario para practicar algunas canciones más. Todos estaban bastante seguros de que después de eso y un descanso para comer más tarde, podrían tocar durante una hora larga y ensayar juntos, hasta después de medianoche. 

-¿Cómo le va? 

Khao se apoyó en un taburete al lado de Krist. Parecía un poco extraño que no estuviera vestido con uno de sus extravagantes trajes. Su suéter era negro como el carbón, con un diseño geométrico en negro a un lado, y sus pantalones eran lúgubres y estaban gastados. Sus botas eran de color morado oscuro, pero eran tan oscuras que podrías pensar que eran negras. Puesto que no llevaba ningún tipo de maquillaje y el tinte lavanda de su pelo casi había desaparecido, se veía casi... normal. Estaba raro. Además, la expresión de preocupación que trató de ocultar simplemente no pertenecía a esa cara. 

No estoy seguro. No quiere hablar mucho. 

-Tú sabes que es así de simple, ¿verdad? 

Una sonrisa tiró de la esquina de la boca Khao. 

-¿Cómo? 

-Melancólico. Testarudo. Sentimental. Khao se volvió hacia él de frente, sonriendo. Sus ojos brillaron, y se parecía más a él mismo que hacía un momento.

-¿Qué? 

-Sentimental. 

-Sí. ¡Oh!, ¿qué significa? Autocompasión, ¿creo? 

-Sé lo que significa. No parece que sea una palabra que suelas utilizar.- Hell ladeó la cabeza hacia un lado. 

-Es una de las palabras favoritas de Gawin. 

Khao sabía eso, después de haber sido amigo de Gawin mucho antes de que Krist se emparejara con él. 

Krist gruñó, mirando a sus pies. 

-Golpéame, muñequito angelical. 

Khao se echó a reír. 

Krist sonrió. De todos modos esa fue su intención. 

-¿Dónde está Gawin? 

La sonrisa de Krist se desvaneció. Se sentó en uno de los duros taburetes, mirando fijamente a los revueltos diseños rojos y negros de la alfombra. 

De vuelta en la ciudad. 

-¿Trabajo? 

Krist miró de reojo a Khao. Él era el único que podía entenderle. 

-Sí, KhramJirakit lo contrató. 

Khao parpadeó, boquiabierto. 

-¿Perdón? 

Krist asintió con la cabeza. 

-Ya me has oído. ¿No te lo dijo? 

-No. No hemos podido hablar desde hace tiempo. ¿Por qué Khran  contrataría a Gawin? 

-¿Quieres mi versión o la suya? 

Khao tenía que pensar en ello. 

-La suya primero. 

-Khram dijo que Gawin era el único abogado en el que sentía que podía confiar. 

-¿Qué le pasó? 

-Se quedó atrapado en una disputa contractual. Supongo que ya ha pasado por un juicio o pruebas o lo que sea, y no le fue bien, así que le pidió a Gawin que lo ayudara. 

Khao inclinó su cabeza hacia un lado, su pálido pelo color lavanda caía sobre la mejilla. 

-Y, ¿cuál es tu versión? 

Krist se encogió de hombros. 

-¡Oh!, el caso es suficientemente creíble, pero no creo que sea cierto que necesite a Gawin. Creo que... -La culpa lo alcanzó-. No importa lo que yo piense. 

-¿Sabe Gawin lo qué piensas? 

-Sí. 

-¿Y? 

Suspiró. 

-Dice que no le importa si Khram quiere, incluso, que vuelvan a estar juntos. Que él me ama. -Khao sonrió en voz baja. 

-Lo dice en serio. 

-En realidad, sí, lo sé. Pero eso no quiere decir que me gusta que esté con su ex cada vez que se lamente, en vez de conmigo. 

-Eso es comprensible. ¿Estará Gawin aquí mañana por la noche? 

-Dice que sí. 

-Entonces seguro que lo estará. 

Vieron como un pequeño grupo de gente se acercaba. Darika estaba con Fay, y ambas llevaban esas sonrisas misteriosas que significaban que algo bueno había ocurrido. Judo, Perth y Bank venían también, al igual que su manager de producción, y el chico del sonido.

-De acuerdo-dijo Perth, subiéndose a un taburete junto a Khao-. Todos estamos aquí ahora. ¡Suéltalo! 

Darika se echó a reír. 

-Acabo de recibir una llamada del propio Opas Kiatthaworm.

Krist enarcó las cejas. Opas Kiatthaworm era el más reciente presentador del Prime Time de moda. Llevaba sólo al aire seis meses y se encontraba cerca del primer puesto de las audiencias. El hecho de que estaba en la televisión por cable, le daba un poco más de libertad con lo que podría decir, así como las frecuentes repeticiones que se hacían durante el día. Tomaba ventaja sobre ambos. 

La sonrisa de Darika ganaría a la del gato Cheshire. 

-Me llamó personalmente porque estaba en un aprieto y quería saber si le echábamos unamano. 

-¿En un aprieto? 

-Sí. Su show en directo para esta noche tuvo que cancelarse. Oyó que nos encontrábamos por la zona, y quiere saber si no nos importaría pasarnos por ahí para llenar el espacio. 

Se hizo silencio, mientras siete cabezas hacían cálculos. No estaban exactamente "en la zona", pero tampoco demasiado lejos de ella. Dos horas para llegar a la ciudad, una apresurada hora para estar listos para el concierto de medianoche. ¡Qué diablos!, probablemente no llegarían exactamente a medianoche, así que había un poco de libertad. Probablemente podrían hacerlo, tal vez con algo de tiempo, si salían ya. 

Darika les dio un momento, mirando. Entonces preguntó: 

-¿Y? 

Todos se miraron entre sí. Es cierto, Orot Sawan era probablemente lo suficientemente famosa como para no necesitar mucha publicidad, pero no estaría mal. Estar en buenos términos con Opas Kiatthaworm sería un plus en el currículum de cualquier artista. 

Por supuesto, mientras se miraban unos a otros, se dieron cuenta que faltaba algo. O, mejor dicho, alguien. 

Todos miraron a Bank. El guitarrista levantó las manos. 

-Eh, con mucho gusto iría, pero sólo si First da el visto bueno. No voy hacer nada que lo ofenda. 

Khao inclinó la cabeza, escondiendo su rostro detrás de sus rizos claros. 

Darika sacó su teléfono. 

-Lo voy a llamar. 

-No.-Khao levantó la cara, con una expresión pálida. Miró a Judo, y se miraron el uno al otro por un breve momento, antes de continuar.- Yo lo llamaré. 

Judo asintió. 

Khao saltó del taburete y se dirigió a la habitación que llevaba a los baños. Nadie le siguió. Krist suspiró. 

-¡Mierda!, a First le gusta mucho ese programa, también.

Tn kāneidDonde viven las historias. Descúbrelo ahora