Capítulo 4

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Krist se aferró a Gawin, ajeno a la húmeda y mordaz brisa que quería llevarlos al interior.

Gawin tenía frío. Krist llevaba un abrigo pero Gawin sólo llevaba un jersey y pantalones vaqueros.

El conductor esperó pacientemente en el interior del coche en marcha, como Krist le había pedido.

-Ven conmigo.

Gawin se echó a reír.

-No importa cuántas veces pidas o exijas, nk s̄ālikā¹. Ya te he dicho que no puedo.

Krist gruñó, enterrando la cara en curva del cuello de Gawin.

-No me importaría tanto pero...

Unas manos suaves alisaron su pelo.

-Lo sé. Pero dije que podría.

-Lo sé.

Y Gawin era tan bueno como su palabra. Incluso teniendo en cuenta al desalmado que una vez le desgarró el corazón.

Khram Jirakit. Ex de Gawin. Ahora cliente suyo. El inútil se había presentado en la oficina de Gawina principios de diciembre le pidió que trabajara en una disputa contractual. Era una gran contienda, entre Khram y la compañía de producción, con más de una película fracasada. Eso fue también en un tiempo de crisis, la cual fue la razón por la que Gawin tuvo que quedarse trabajando en la ciudad la semana entre Navidad y Año Nuevo.

No era un gran negocio, otra cosa que molestaba a Krist, hasta que recibió hoy la llamada de Fluke contándole sobre la lesión de First. Un llamada posterior de Darika, y había tenido que hacer planes para dirigirse a Tn kāneid ² un día antes, para que él y la banda pudiera resolver qué hacer con el concierto que se supone que iban a dar en la víspera de Año Nuevo.

Así que ahora ni siquiera podía quejarse para asegurarse de que Khram no intentara cualquier cosa.

Se echó hacia atrás lo suficiente para poder mirar a su amante.

Gawin le sonrió con indulgencia, sus cinceladas mejillas rosadas se volvieron de color rojo por el frío.

-¿Volverás el sábado?

-Sí. Te lo prometo.

-Te tomo la palabra.

Gawin le beso en los labios suavemente.

-De acuerdo.

Krist presionó un poco más contra sus labios.

-No dejes que intente nada ni que te convenza de que todavía estás enamorado de él. Porque no lo estás.

Gawin se echó a reír.

-No te preocupes, nk s̄ālikā¹. Tú eres el portador de mi corazón y de mi alma. No hay lugar para él en mi vida.

Krist parpadeó, estudiando el rostro de Gawin.

-¡Oh, wow! eso está bien.

Gawin sonrió.

-¿Te gusta eso?

-Sí-dijo con la cara seria.

-Eso es porque lo siento así.

Krist suspiró.

-Tú lo sientes.- No fue una pregunta. En realidad no.

Gawin presionó sus labios con los de su amante y agarró las muñecas de Krist, exprimiendo el beso tanto como pudo. Tendría que durarle unos cuantos días. ¡Maldita sea!

Fue Gawin el que se apartó.

-Deberías irte, nk s̄ālikā¹.

-Lo sé.

-Te veo el sábado.

-Te llamaré esta noche.

Gawin asintió con la cabeza.

Krist dio un paso atrás. Cogió una de las manos de Gawin mientras ellos se apartaban.

-Te amo.

Gawin apretó la mano.

-También te amo.

Todavía triste, Krist abrió la puerta del coche y se metió. Gawin le cerró la puerta y permaneció al lado de la acera, con los brazos cruzados, saltando un poco por el frío, mientras el conductor conducía a Krist fuera de su vista.

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¹ Nk s̄ālikā: urraca

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