Observé hacia abajo con la esperanza de ver al rubio sonriendo hacia mí, pero lo que encontré fue su cuerpo tendido y quieto a la orilla del lago. Había rodado hasta aquel lugar y no se movía ni siquiera un centímetro. Tomé mi móvil y marqué rápidamente el número de emergencias sin dejar de verlo.
—9-1-1 —respondió la operadora al otro lado de la línea—. ¿Cuál es su emergencia?
Tragué saliva antes de hablar, mi voz temblaba ligeramente.
—Le dije a mi mejor amigo que lo besé en una fiesta y se lanzó por un precipicio —comenté nervioso—. Ahora creo que está muerto.
Media hora más tarde, entré corriendo detrás de los paramédicos, pero no pude ir muy lejos porque no me dejaron pasar. Llamé a papá varias veces, aunque como era de esperarse no contestaba porque eran casi las cinco de la madrugada. Me senté en la sala de espera, intentando recobrar la compostura, mis manos no dejaban de temblar y mi mente estaba llena de pensamientos oscuros.
Tuve que permanecer en ese lugar sin noticias, hasta que finalmente el cansancio me venció y me quedé dormido.
Felix se hallaba sentado en la entrada de su casa, esperándome con una sonrisa en el rostro. Bajé del coche emocionado, no sin antes despedirme de papá con un gesto, y luego me acerqué para abrazarlo con fuerza.
—Lamento haber tardado tanto —me disculpé—. Mamá me obligó a ducharme antes de venir y no quería.
—No te preocupes, ya terminé de ordenar mi cuarto, solo tenemos que poner las películas y... —dijo con una sonrisa pícara—. Ellos piensan que veremos “El Rey León” y otra película de Disney.
Reí siguiéndolo hacia la casa, saludamos a su madre y subimos las escaleras para ir a la habitación. El rubio había colocado la pequeña tienda de campaña junto a la cama, como solíamos hacer para crear un ambiente especial. Ésta se encontraba rodeada de cojines y mantas, y la televisión estaba lista para reproducir nuestras películas favoritas.
—Lix, mira lo que traje —dije abriendo uno de los bolsillos de mi mochila y sacando unos chocolates—. Los bombones que papá esconde en los cajones de su escritorio.
Felix me observó inseguro.
—Esos tienen alcohol y somos jóvenes para volvernos tan alcohólicos —comentó, arrugando la nariz—. Pero no creo que un mordisco haga daño.
—Doce años son suficientes —sonreí—. Ahora solo faltan las palomitas.
El cielo se oscureció y la noche se hizo presente, envolviendo la habitación en una suave penumbra. Su mamá nos arropó en nuestras camas después de la cena, dándonos un cálido beso en la frente a cada uno. Apenas eran las once y no pensábamos dormir aún, sin embargo debíamos disimularlo para no levantar sospechas.
—Buenas noches, pequeños —nos dijo con una sonrisa—. Mañana les prepararé un delicioso desayuno con hotcakes y muchas frutas.
Ella se fue apagando las luces y esperamos unos minutos, conteniendo la emoción, para luego quitarnos las mantas y observar el reloj de la pared. Teníamos que escondernos alrededor de media hora para poner nuestro plan en marcha. Finalmente era medianoche y nos hallábamos viendo “Actividad Paranormal” mientras comíamos los chocolates que había traído.
Mi corazón latió con fuerza, tenía mucho miedo y aparté mi vista de la pantalla para observar a mi mejor amigo. Él estaba abrazando a su oso de peluche, en ocasiones lo mordía para no gritar y despertar a sus padres. La película terminó y encendió la linterna antes de apagar la televisión, después dirigió la mirada hacia mí con ojos asustados.
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𝙃𝙔𝙐𝙉𝙅𝙄𝙉, 𝙀𝙍𝙀𝙎 𝙐𝙉 𝘿𝙀𝙎𝘼𝙎𝙏𝙍𝙀 / 𝙃𝙔𝙐𝙉𝙇𝙄𝙓
Hayran KurguA Hyunjin ya sólo le quedaban dos opciones: decir la verdad y de esa manera, quizás, recuperar a su mejor amigo o perderlo por completo en el intento.