Capítulo 35

13 2 1
                                    

Kirill había recuperado una parte significativa de sus recuerdos, al menos hasta su adolescencia, pero los años recientes aún eran un enigma en su mente. Sabía quién era, recordaba su infancia y a su tío Nikolai, así como los días de entrenamiento que lo habían forjado en el soldado que era hoy. Sin embargo, la amnesia aún le robaba piezas cruciales de su vida como adulto, y eso pesaba en su corazón.

En la cabaña de Nikolai, donde había pasado las últimas semanas, el ambiente era cálido y acogedor. Las paredes de madera, decoradas con recuerdos y fotografías de su juventud, despertaban en Kirill una extraña mezcla de nostalgia y confusión. Había días en los que podía ver a través de la niebla de su mente y recuperar un recuerdo claro, pero había otros en los que sentía que todo lo que había vivido después de los 16 años estaba bloqueado por un muro infranqueable.

Nikolai, observando a su sobrino con preocupación, decidió que era hora de tomar medidas para ayudarlo a recordar. Sabía que, aunque Kirill había recuperado parte de su memoria, lo que realmente necesitaba era reconectarse con los momentos que le dieron forma como hombre. "Esos recuerdos están ahí, Kirill," le dijo una mañana mientras desayunaban juntos. "Solo necesitan un empujón para salir a la luz."

Kirill miró a su tío con una mezcla de agradecimiento y frustración. "Lo sé, tío, pero es difícil. A veces siento que estoy tan cerca de recordar, pero luego todo se desvanece como un sueño."

Nikolai asintió, comprendiendo el dolor de su sobrino. "Tal vez sea momento de hacer algo diferente. Vamos a revivir algunas de las cosas que hacías cuando eras más joven. Quizás eso despierte algo en ti."

La propuesta tenía sentido, y Kirill aceptó con un asentimiento silencioso. No tenía nada que perder, y si eso lo acercaba a recuperar lo que había olvidado, estaba dispuesto a intentarlo.

El primer día de su nueva rutina, Nikolai llevó a Kirill a un claro en el bosque cercano. Allí, cuando era solo un niño, Nikolai le había enseñado a disparar. "Solías ser un tirador excelente," comentó Nikolai, entregándole un rifle que tenía años de antigüedad. "Tu padre estaría orgulloso de verte ahora."

Kirill tomó el rifle con manos temblorosas, el metal frío evocando recuerdos fragmentados. Recordaba vagamente cómo había aprendido a disparar, cómo Nikolai le había enseñado a controlar su respiración, a alinear la mira con el objetivo. Pero al levantar el rifle y apuntar a la diana que Nikolai había colocado a unos metros de distancia, su mente se llenó de imágenes borrosas: él, mucho más joven, fallando un tiro, la risa cálida de Nikolai a su lado, y luego, más tarde, su precisión mejorando con cada disparo.

"Respira," le recordó Nikolai, observando a Kirill con atención. "Inhala profundamente y exhala lentamente. Concéntrate solo en el objetivo."

Kirill cerró los ojos por un momento, enfocándose en las palabras de su tío, y luego disparó. El eco del disparo resonó en el claro, y cuando Kirill abrió los ojos, vio que había acertado en el centro de la diana. Algo en su interior se desbloqueó en ese momento. Recordó no solo la técnica, sino la sensación de éxito, el orgullo que había sentido cuando finalmente había dominado el arte del tiro.

"Eso es, muchacho," dijo Nikolai con una sonrisa. "¿Lo ves? No has perdido tu toque. Esto es parte de ti, y no puedes olvidarlo tan fácilmente."

A lo largo de los siguientes días, Nikolai siguió empujando a Kirill hacia actividades que solían compartir en el pasado. Una tarde, lo llevó a pescar al río cercano, un lugar donde habían pasado incontables horas cuando Kirill era solo un adolescente. Al sentarse en la orilla, con las cañas de pescar en la mano, Kirill comenzó a recordar las conversaciones que habían tenido allí, las lecciones de vida que Nikolai le había impartido mientras esperaban pacientemente a que los peces picaran.

"La pesca no es solo una cuestión de paciencia," le había dicho Nikolai en una de esas tardes. "Es aprender a esperar el momento adecuado, a no precipitarse. Es una lección que puedes aplicar en la vida también."

Kirill sonrió al recordar esas palabras. Y aunque en ese momento las había considerado simples charlas de su tío, ahora, con más años encima, comprendía la sabiduría detrás de ellas.

Durante ese mes, también hubo momentos en los que Kirill estuvo solo con Price y Ghost, aunque estos eran menos frecuentes. Ambos hombres, con su propio enfoque, intentaban ayudar a Kirill a recuperar su memoria de maneras diferentes. Price, con su estilo paternal, lo llevaba a caminar por la base militar cercana, mostrándole los lugares donde habían entrenado juntos. En una de esas caminatas, Price lo llevó a un hangar antiguo donde solían realizar simulacros de combate.

"¿Recuerdas cómo solías ganarle a todos en los ejercicios de combate cuerpo a cuerpo?" le preguntó Price, su tono era una mezcla de desafío y camaradería. "Solías decir que era porque tenías la ventaja de ser más alto que cualquiera de los otros ."

Kirill sonrió, aunque la memoria aún no estaba del todo clara. "No recuerdo mucho, pero algo me dice que no se lo ponía fácil, ¿verdad?"

Price se rió. "No, definitivamente no. Pero eso es lo que te hacía especial, Kirill. Siempre encontrabas una forma de superar los desafíos, sin importar cuán grandes fueran."

Por otro lado, Ghost, siendo más distante y reservado, se centraba en actividades más tácticas. Lo llevó a prácticas de sigilo y estrategia, recordándole cómo solían hacerlo. Aunque Ghost mantenía su distancia emocional, su presencia era constante, una figura sombría que, a su manera, intentaba reconectar a Kirill con su pasado.

Una noche, mientras Kirill practicaba con un cuchillo, una de las habilidades que Ghost le había enseñado, Ghost se acercó silenciosamente. "No necesitas recordar todo de una vez," le dijo, su voz baja y sin emoción. "Lo que importa es que sigas adelante, como siempre lo has hecho."

Kirill lo miró, viendo más allá de la máscara que Ghost siempre llevaba, percibiendo una preocupación genuina oculta bajo la fachada estoica. "Gracias, Ghost," respondió Kirill, con una sinceridad que no necesitaba más palabras.

El mes avanzaba y, poco a poco, Kirill empezaba a recordar más. Aunque los recuerdos no llegaban tan rápido como él deseaba, cada actividad, cada momento pasado con su tío Nikolai, con Price y con Ghost, ayudaba a reconstruir su identidad. Sabía que el camino aún era largo, pero con cada día que pasaba, sentía que estaba más cerca de volver a ser el hombre que una vez fue.

Tras La MiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora