Capítulo 33 : El taller

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Dos semanas después…

El sonido de herramientas resonaba en el pequeño taller detrás de la cabaña, donde Nikolai guardaba sus vehículos y otros equipos. El lugar estaba abarrotado de todo tipo de cosas: motores desarmados, armas en mantenimiento, piezas de repuesto. Era un caos organizado, un reflejo de la mente inquieta y creativa de Nikolai.

Kirill, con una llave inglesa en la mano, observaba atentamente el motor de una vieja motocicleta que estaba reparando junto a su tío. Habían decidido pasar el día en el taller, otra actividad que había sido común en su niñez. Nikolai, siempre ocupado con algo, solía llevar a Kirill allí, enseñándole a reparar todo tipo de cosas.

"Las herramientas son como las armas," solía decirle Nikolai. "Debes conocerlas bien, saber cuándo y cómo usarlas. Aquí, no solo arreglamos cosas; también aprendemos a ser pacientes."

Kirill no recordaba exactamente esas palabras, pero la familiaridad del entorno, el olor a aceite y metal, despertaba algo en su interior. Había una comodidad en ese lugar, una sensación de pertenencia que no había sentido en mucho tiempo.

Price, que se había unido a ellos en el taller, observaba desde la puerta, sonriendo ligeramente al ver a Kirill tan concentrado en su tarea. Ghost estaba fuera, vigilando el perímetro como siempre, pero también manteniendo un ojo en Kirill, asegurándose de que estuviera bien.

"¿Recuerdas cómo desmontábamos estas cosas cuando eras niño?" preguntó Nikolai, mientras limpiaba una bujía.

Kirill asintió lentamente, tratando de enfocar los fragmentos de recuerdos que comenzaban a surgir. "Solías decirme que un motor es como un rompecabezas, que cada pieza tiene su lugar," respondió, con una pequeña sonrisa.

Nikolai rió suavemente. "Exacto. Y solías ser muy bueno en armarlo todo de nuevo."

Pasaron las horas trabajando en la motocicleta, y aunque no todas las piezas encajaban a la perfección en la mente de Kirill, había algo en el simple acto de trabajar con sus manos que lo ayudaba a reconectar con quien había sido. Mientras ajustaba una tuerca, otro destello de memoria apareció: una tarde similar, hace años, cuando había desarmado un motor por primera vez, bajo la mirada atenta y paciente de su tío.

"Lo estás haciendo bien, Kirill," dijo Nikolai, interrumpiendo sus pensamientos. "Tuviste un buen maestro, parece que no lo has olvidado del todo."

Kirill levantó la vista y asintió, sintiendo una mezcla de satisfacción y melancolía. "Gracias, tío. Esto… esto me ayuda."

Price se acercó, revisando el trabajo de Kirill con ojos críticos pero comprensivos. "Parece que aún tienes el toque, Kirill. Siempre fuiste bueno con las manos."

Kirill sonrió un poco más, sintiendo una chispa de orgullo. Aunque los recuerdos aún estaban incompletos, había algo en ese día que lo hacía sentir más como él mismo, como si estuviera recuperando lentamente las piezas de su identidad.

Esa noche, después de una cena tranquila, Kirill se quedó despierto un poco más, mirando el fuego en la chimenea. Los días en el taller le habían dado algo más que simples recuerdos; le habían devuelto una parte de sí mismo que pensaba perdida. Se sentía más en paz, más seguro de que, eventualmente, las piezas que faltaban volverían a encajar.

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