Capítulo 38

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Kirill se levantó temprano el siguiente día, como había comenzado a hacer en la última semana. El sonido del viento atravesando los pinos cercanos a la cabaña de Nikolai le traía una paz que apenas reconocía, pero de la que empezaba a disfrutar. Después de semanas recuperando fragmentos de su pasado y su identidad, sentía que su vida comenzaba a tomar forma de nuevo, aunque todavía quedaban piezas sueltas en el rompecabezas de su mente.

El trayecto hacia el café de Svetlana se había convertido en una rutina tranquila. El trabajo le permitía concentrarse en algo concreto, mientras su cuerpo y su mente continuaban readaptándose. Al llegar, Svetlana lo saludó con una sonrisa que, como siempre, era algo más que amistosa. Ella no perdía oportunidad de estar cerca de él, de tocar su brazo al pasar o de hacer comentarios que parecían sugerir más de lo que Kirill era capaz de captar.

“¡Kirill! Justo a tiempo. Tengo un par de pedidos grandes para ti,” comentó Svetlana mientras le entregaba una bandeja con varias tazas de café. Kirill asintió, tomando la bandeja con manos firmes y seguras, y se dispuso a servir a los clientes sin pensar demasiado en la manera en que ella lo miraba.

Las horas pasaron rápido. Kirill se sentía cada vez más cómodo en el entorno del café, sus movimientos se volvían más fluidos, y su mente, más ligera. Pero mientras limpiaba las mesas, pequeñas ráfagas de recuerdos volvían de manera inesperada. Unas imágenes borrosas de su infancia, corriendo por los campos, riendo con una niña que debía ser Svetlana, comenzaron a formarse en su mente. Pero como en muchas otras ocasiones, esos recuerdos se sentían incompletos, como si hubiera una barrera que no podía atravesar del todo.

Cuando terminó su turno, Svetlana lo acompañó a la puerta del café, despidiéndose de él con un suave toque en el brazo. “Nos vemos mañana, Kirill. Recuerda que si necesitas algo, no dudes en pedírmelo. Siempre estaré aquí para ti,” dijo con un tono que parecía tener más significado del que Kirill captaba.

Kirill solo sonrió, agradecido, aunque su mente estaba en otra parte. Mientras caminaba de regreso a la cabaña, los recuerdos de su niñez y adolescencia seguían flotando en su cabeza, pero la claridad seguía siendo elusiva. Pasó el resto de la tarde entrenando en la vieja cabaña, golpeando el saco de boxeo como lo había hecho en los últimos días. Era una manera de conectar con su cuerpo, de liberar la frustración acumulada de no poder recordar todo. Nikolai lo observaba en silencio desde el porche, con una sonrisa de satisfacción en el rostro.


Dos días después, el sol brillaba intensamente sobre el pequeño pueblo. Kirill caminaba de nuevo hacia el café, su mente más despejada después de una noche de sueño profundo. Al entrar en el local, se encontró con Svetlana, como siempre, lista para coquetear de manera sutil. Hoy, sin embargo, algo parecía diferente. Kirill no sabía si era por los fragmentos de recuerdos que habían comenzado a volver o por la extraña sensación en el ambiente.

El día transcurrió con normalidad hasta el mediodía, cuando Kirill estaba sirviendo un café a un cliente habitual. La campana de la puerta sonó, y al levantar la vista, vio a Ghost entrar, vistiendo su habitual ropa discreta, pero con una presencia que era imposible ignorar. Kirill sonrió ampliamente al verlo. “Ghost, no esperaba verte hoy.”

Ghost asintió, su mirada barría el lugar antes de enfocarse en Kirill. “Solo vine a asegurarme de que no estés metido en problemas,” bromeó en su tono grave y serio. Caminó hasta una de las mesas y tomó asiento, observando cuidadosamente cada uno de los movimientos de Svetlana.

Svetlana, notando la llegada de Ghost, cambió su enfoque inmediatamente. “¡Vaya! Dos días seguidos visitas importantes,” dijo, lanzando una mirada a Kirill antes de dirigirse a Ghost. “¿Te sirvo lo de siempre, café negro?” preguntó con una sonrisa suave.

Ghost asintió sin mucha emoción en su rostro, pero sus ojos seguían los movimientos de Svetlana, como si la estuviera analizando. Kirill, sin notar nada inusual, continuó sirviendo a los clientes, hasta que Ghost le hizo una seña para que se acercara.

“Siéntate un segundo,” dijo Ghost en su tono habitual, aunque había algo en su voz que parecía ligeramente diferente.

Kirill obedeció, sentándose frente a él. “¿Todo bien?” preguntó, observando a su compañero con curiosidad.

Ghost tomó un sorbo de su café antes de responder. “He notado algunas cosas,” comenzó, sus ojos se movieron hacia Svetlana, que seguía ocupada con los clientes. “Esa chica… parece interesada en ti.”

Kirill frunció el ceño, sin entender del todo. “¿Interesada? No lo sé, simplemente es amable conmigo. Nos conocemos desde la infancia, aunque no recuerdo mucho de esa época.”

Ghost dejó su taza de café sobre la mesa, sus ojos aún fijos en Kirill. “No es solo amabilidad, Kirill. Se nota cuando alguien tiene otras intenciones. Y parece que ella está interesada en algo más que ser solo una amiga.”

Kirill lo miró en silencio, tratando de procesar lo que Ghost le estaba diciendo. “¿De verdad crees eso?” preguntó, algo confundido. “No me he dado cuenta de nada.”

Ghost asintió lentamente, su tono más suave pero firme. “Eres más inocente de lo que parece. Pero te advierto, no te dejes llevar por lo que no entiendes del todo. La gente a veces juega a cosas que no son tan claras.”

El silencio entre ambos se alargó por unos segundos, y Kirill no pudo evitar sentir una extraña incomodidad. Sabía que Ghost estaba diciéndole aquello por algo, pero no terminaba de entender por qué le importaba tanto. Finalmente, Kirill rompió el silencio. “¿Qué harías en mi lugar?” preguntó, sincero.

Ghost lo miró a los ojos, y por un momento, pareció que sus palabras tenían un peso que iba más allá de la simple advertencia. “Te mantendría enfocado en lo que es importante. Recuperar tu memoria, saber quién eres, y no dejar que alguien más te distraiga de eso.”

Kirill asintió, aún algo confundido pero aceptando el consejo. Sabía que Ghost no hablaba por hablar, y si le estaba advirtiendo sobre Svetlana, debía haber una razón.

Cuando Ghost terminó su café, se levantó, dejando un billete sobre la mesa. Antes de irse, le lanzó una última mirada a Svetlana, como marcando su territorio de manera silenciosa. Luego, se giró hacia Kirill. “Nos vemos pronto. No te distraigas,” dijo antes de salir del café, dejando a Kirill pensativo.

Svetlana volvió a acercarse a Kirill, pero esta vez él estaba más consciente de su comportamiento. Las palabras de Ghost resonaban en su mente, y aunque no lo entendía del todo, sentía que había algo más en juego de lo que había visto hasta ahora.

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