Capítulo 2 : Nunca digas nunca

63 2 1
                                    

Siento un rápido escalofrío por mi columna, que me tensa; no tardo en incorporar mi cuerpo de manera rápida. En ese caso, ante mi poca consciencia, me doy en la cabeza con la litera de arriba. "Maldita mi suerte", murmura un quejido apagado y adolorido mientras sobo mi cabeza y limpio el sudor de mi frente. ¿Qué hora será? Mis ojos verdes se enfocan un poco por la carpa; aparentemente, nadie más que yo está despierto.

Sarg. Kyle: "¡Arriba, señoritas! Tienen mucho que hacer hoy."

Giro para ver al causante de ese bullicio; para mi sorpresa, era un hombre de piel oscura, aunque se notaba que estaba de mal humor, algo típico de sargentos.

Sarg. Kyle: "¡He dicho arriba! No me lo hagan repetir una tercera vez..."

En la carpa, empieza un largo murmullo y el sonido de todas las literas moviéndose. La comisura de mis labios se levanta suavemente; parecen unos muertos vivientes que apenas durmieron hace tres horas.

Termino de prepararme y voy a mi taquilla rápidamente. Cojo mi mochila y mi abrigo, mientras lo tomo, noto un bulto en la litera de arriba donde no debería haber nadie. "No me jodas..." Tiro de las mantas y apenas sale rodando hacia abajo Mateo, a quien agarro antes de que llegue al suelo.

Mateo: "Mamá... Mmmmm, cinco minutos más."

Se pega a mí, le hago una mueca de fastidio. "No soy tu madre, Mateo. A no ser que te levantes ahora y muevas el culo, te pondrán un castigo de primera. Vamos, gandul." Lo suelto y dejo que caiga al suelo, comenzando a caminar hacia la salida de la carpa.

Mateo: "Oye, gracias por despertarme, Kirill. Eres muy buen amigo. Si no lo hubieras hecho, no sé muy bien lo que me harían."

Suspiro y asiento, camino fuera de la carpa, donde aparentemente solo está el hombre de piel oscura y algunos de mi escuadrón tomando un rápido desayuno, así que tomo algo y me apoyo en una mesa para comer tranquilo.

Mateo: "Entonces, amigo, ¿por qué no tienes el pelo claro, al igual que tus ojos?"

Miro al pequeño hombre y gruño bajo, "No todos los rusos tienen pelo claro. Hay algunos que por algo tienen el pelo negro, y ya los ojos verdes son por mi abuela, que no era rusa, sino británica."

Mateo: "Oh, ya entiendo. Yo creía que eras un falso ruso o adoptado. Solo se te nota por el acento; si no, cualquiera adivina que eres ruso."

Ruedo los ojos. "¿No vas a comer o ir a hacer algo antes de irnos?" Pregunto algo fastidiado, pero me mantengo tranquilo.

Mateo: "Na, ya estoy comiendo, y me gusta estar cerca de ti. Desde que soy tu amigo, esos idiotas no me hacen nada."

Lo miro un momento y asiento. Puede que sea muy hablador y algo molesto, pero al fin y al cabo, es bueno tener a alguien de apoyo.

Poco a poco, el tiempo pasa, y ya el sol se deja ver más, indicando que pronto tendremos que movernos.

Sarg. Kyle: "¡Bien, muchachos! Ya es hora de desplazarse, dense prisa... Ah, y nada de tonterías."

Pronto todos comenzamos a movernos; con facilidad, estoy a la cabeza del escuadrón. Miro abajo y veo a Mateo intentando seguirme el paso; las comisuras de mis labios se levantan nuevamente. La verdad es que es adorable verlo seguirme, niego levemente y miro al frente. Aunque noto una mirada perturbadora, mis ojos verdes se dirigen al sargento, que, por poco que pueda ver, me observa por el rabillo del ojo. Supongo que será por algo insignificante. Pronto llegamos a la nave que nos llevará a la unidad, mientras todos suben, yo espero tranquilo. Después de todo, tardaré un poco más que cualquiera de ellos, y eso retrasará la partida. Pronto estamos despegando hacia lo que será nuestro 'hogar', por así decirlo.

Tras La MiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora