Capítulo 39

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Era un día inusualmente cálido para esa época del año, lo que hacía que las cosas parecieran más ligeras, más fáciles de llevar. Kirill estaba en la cabaña de Nikolai, entrenando en el pequeño gimnasio improvisado que su tío había armado años atrás. Los recuerdos de su adolescencia estaban regresando poco a poco, pero había una parte de él que aún sentía que algo faltaba, como si estuviera viviendo una versión incompleta de su propia vida.

Nikolai entró en la habitación con una sonrisa cómplice. “Hoy vamos a hacer algo diferente, Kirill.”

Kirill levantó la mirada, intrigado. “¿Diferente? ¿Qué tienes en mente?”

Antes de que Nikolai pudiera responder, la puerta de la cabaña se abrió y Price entró con Gaz siguiéndole de cerca. Ambos llevaban una actitud relajada, casi como si estuvieran planeando algo que Kirill no podría anticipar.

“Hoy es una noche especial,” dijo Price, su voz grave llena de misterio. “Vamos a revivir una de tus primeras experiencias importantes… tu primera borrachera.”

Kirill arqueó una ceja, sorprendido. “¿Mi primera borrachera? No recuerdo nada de eso.”

“Justamente por eso,” intervino Gaz con una sonrisa. “Vamos a asegurarnos de que recuerdes. A veces, los recuerdos vuelven cuando menos lo esperas.”

Nikolai asintió, dando una palmada en la espalda de su sobrino. “Price tiene razón. Vamos al bar en el pueblo. Será divertido, te ayudará a desconectar un poco, y quién sabe, puede que algunas piezas encajen en tu cabeza.”

Kirill no estaba completamente seguro de lo que esperaban lograr, pero no tenía motivos para decir que no. Después de todo, había estado trabajando duro para recuperar su memoria, y si esto podía ayudar, entonces estaba dispuesto a intentarlo.

El bar era un lugar rústico, típico de los pequeños pueblos rusos. La madera oscura y el olor a licor impregnaban el aire, creando un ambiente que parecía encerrar años de historias. Cuando Kirill, Nikolai, Price y Gaz entraron, el bullicio de las conversaciones y el tintineo de vasos llenaban el lugar de una energía animada.

Svetlana ya estaba allí, sentada en una mesa al fondo, esperando con una sonrisa que se extendía por su rostro tan pronto como vio a Kirill entrar. Se levantó para saludarlos, su mirada pasando rápidamente por los otros antes de volver a centrarse en Kirill.

“¡Qué coincidencia encontrarlos aquí!” exclamó, acercándose a Kirill y tocando suavemente su brazo. “Pensé que hoy sería una noche tranquila, pero parece que va a ser mucho más interesante.”

Kirill sonrió educadamente, pero algo en su interior le hacía sentir una ligera incomodidad. No podía poner el dedo en lo que era, pero desde su conversación con Ghost, había comenzado a notar ciertos detalles en el comportamiento de Svetlana que antes pasaban desapercibidos.

Se sentaron en una mesa grande, las primeras rondas de vodka y cerveza comenzaron a circular, y las risas fluyeron con facilidad. Price y Gaz contaban historias de viejas misiones, y Nikolai recordaba anécdotas de la juventud de Kirill, aunque muchas de ellas aún estaban perdidas en su mente.

Svetlana, mientras tanto, no perdía oportunidad de acercarse cada vez más a Kirill. Le servía bebida tras bebida, haciendo comentarios sutiles y lanzándole miradas que parecían decir más de lo que sus palabras insinuaban.

En algún momento de la noche, cuando las risas y las copas ya comenzaban a desinhibir a todos, la puerta del bar se abrió y Ghost entró. Al principio, había decidido no asistir. Después de todo, pensaba que esto era una excusa para que los demás se divirtieran y no quería ser parte de la distracción. Pero cuando se enteró de que Svetlana iba a estar allí, algo en su interior cambió. No podía ignorar la sensación de que su presencia era necesaria.

Al verlo entrar, Kirill sonrió ampliamente, aunque había algo en la mirada de Ghost que le hizo preguntarse si estaba realmente cómodo. Ghost caminó hacia la mesa, saludando a los demás con su típico gesto de asentimiento, pero su mirada se fijó en Svetlana por un momento antes de sentarse al lado de Kirill.

“¿No esperabas verme aquí?” preguntó Ghost con su tono bajo y directo.

Kirill negó con la cabeza, su voz ligeramente afectada por el alcohol. “No, pero me alegra que hayas venido.”

Svetlana observó a Ghost con una expresión que era casi desafiante. No le gustaba la forma en que la atención de Kirill se desvió hacia él tan rápidamente. Mientras la noche avanzaba, continuó intentando acercarse más a Kirill, inclinándose hacia él, tocándolo más de lo necesario. Ghost, por su parte, observaba en silencio, pero había una tensión palpable en el aire que Kirill no podía ignorar, aunque no entendía de dónde venía.

A medida que la noche avanzaba, Svetlana comenzó a ser más evidente en sus intenciones. Se inclinaba hacia Kirill, susurrándole cosas al oído que lo hacían sonrojar sin saber realmente cómo responder. En un momento, mientras Ghost estaba distraído hablando con Price, Svetlana se levantó, tomó la mano de Kirill y lo arrastró hacia la barra.

“Ven, quiero mostrarte algo,” dijo con una sonrisa juguetona.

Kirill, algo confundido pero con la mente nublada por el alcohol, la siguió sin resistencia. Cuando llegaron a un rincón más apartado del bar, Svetlana lo miró con una expresión que dejaba poco lugar a la interpretación. “¿Sabes, Kirill? Siempre me has gustado. Incluso cuando éramos niños. Y ahora que has vuelto, creo que podríamos… ya sabes, recuperar el tiempo perdido.”

Kirill frunció el ceño, tratando de entender lo que estaba sucediendo. “Svetlana, no sé si—”

Antes de que pudiera terminar la frase, sintió una mano fuerte en su hombro. Al girarse, vio a Ghost de pie detrás de él, su mirada oscura y seria como nunca.

“Kirill,” dijo Ghost con un tono firme, pero no agresivo. “Tenemos que hablar. Ahora.”

Svetlana intentó interponerse, pero Ghost la ignoró por completo, guiando a Kirill fuera del bar y hacia una zona más tranquila en el exterior. El aire frío de la noche les dio un respiro del ambiente cargado dentro del bar. Kirill, aún confuso y mareado, trató de mantenerse firme mientras Ghost lo llevaba a un lugar más apartado.

Una vez fuera de la vista de los demás, Ghost lo soltó y se quedó mirándolo fijamente. “No puedo seguir viendo esto sin decir nada,” dijo, su voz más suave de lo que Kirill esperaba. “Lo que Svetlana está intentando no es lo que necesitas ahora. Tú… tú necesitas concentrarte en recuperar quién eres.”

Kirill, aún tambaleándose por el alcohol y las emociones, lo miró con confusión. “¿Por qué te importa tanto?” preguntó, aunque en el fondo sabía que había algo más detrás de la preocupación de Ghost.

Ghost se acercó un paso más, su mirada intensa. “Porque me importa lo que te pase. Más de lo que debería.”

Kirill lo mira unos segundos , observando con una ceja levantada como Ghost se levanta un poco el pasamontañas dando un último trago a su vaso de Whisky , para luego acercarse a el de manera amenazante .

Kirill retrocede un poco " Pero que-?" A Kirill no le dió tiempo de decir nada más , pues Ghost lo atrajo de manera ruda hacia el , para presionarse entre ambos  , para luego besarlo .

Fue un beso inesperado, profundo y cargado de emociones reprimidas. El tiempo pareció detenerse por un momento, mientras Kirill sentía la familiaridad de los labios de Ghost, algo que resonaba en lo más profundo de su memoria.

De repente, todo volvió. Los recuerdos reprimidos, las emociones guardadas, el dolor. Kirill recordó todo: sus primeros entrenamientos, su juventud, las misiones, y sobre todo, recordó la brutalidad con la que Ghost lo había rechazado la última vez que intentó acercarse a él de esta manera.

Sin pensarlo, Kirill apartó a Ghost con fuerza, su mirada fría y llena de dolor. “No… no puedes hacer esto ahora,” dijo, su voz temblando de rabia contenida. “No después de todo lo que pasó. No después de lo que me dijiste ...”

Ghost intentó acercarse de nuevo, pero Kirill levantó una mano, deteniéndolo. “Ya es demasiado tarde, Ghost.”

Con esas palabras, Kirill se giró y se alejó, dejándolo allí, en la oscuridad, con una mirada que Ghost no olvidaría fácilmente: una mezcla de dolor, decepción y algo más profundo, algo roto que no podía ser reparado tan fácilmente.

Tras La MiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora