Capítulo 34 : Entrenamiento en el bosque

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Cuatro semanas después…

El sol se asomaba apenas sobre el horizonte, filtrándose a través de los árboles desnudos del bosque. El aire era frío y fresco, cortando la piel como una navaja, pero no era algo que detuviera a los hombres que caminaban en silencio a través de la nieve. Esta vez, el objetivo era diferente: un entrenamiento intensivo, algo que Kirill solía hacer cuando era más joven bajo la supervisión de Nikolai.

La idea había sido de Price. Sabía que Kirill necesitaba más que solo recuerdos; necesitaba reconectar con su habilidad y confianza. Y el bosque, con sus desafíos naturales, era el lugar perfecto para poner a prueba esos instintos.

"Vamos a hacer un circuito de entrenamiento," explicó Price mientras se detenían en un pequeño claro. "El objetivo es reacondicionar tu cuerpo y mente. Te servirá para recordar cómo es estar en el campo."

Ghost estaba junto a él, su presencia imponente como siempre, pero con una mirada que indicaba su apoyo silencioso. Sabía que este era un paso importante para Kirill, uno que podría ayudarlo a reconectar no solo con su pasado, sino con su habilidad como soldado.

Nikolai se adelantó y comenzó a preparar el área, colocando varios objetivos y obstáculos improvisados. "Recuerdo que esto era lo tuyo, Kirill," dijo, con un tono de voz más bajo y cercano. "Siempre fuiste rápido, preciso. Hoy veremos si aún lo eres."

Kirill asintió, aunque la ansiedad rondaba en el fondo de su mente. No estaba seguro de si podría hacerlo, si aún tenía esa habilidad dentro de él. Pero también sabía que no podría saberlo hasta intentarlo.

El entrenamiento comenzó con ejercicios básicos: correr a través de la nieve, escalar rocas resbaladizas, disparar a blancos móviles que Nikolai había colocado estratégicamente. Kirill se sintió algo abrumado al principio, sus movimientos no eran tan precisos como recordaba su cuerpo . Pero a medida que el día avanzaba, algo empezó a cambiar.

Kirill se movía a través del bosque con mayor fluidez, sus pasos cada vez más seguros. Mientras corría por la nieve, esquivando ramas bajas y superando obstáculos naturales, comenzó a sentir una conexión más profunda con su entorno. La memoria muscular, enterrada bajo capas de confusión y olvido, estaba despertando. Los ejercicios se volvían menos sobre recordar y más sobre sentir, confiar en sus instintos.

Price observaba con atención, evaluando cada movimiento. Ghost, más reservado, mantenía su distancia pero no apartaba la vista de Kirill. Ambos notaron la mejora, el cambio en su postura, en la forma en que sujetaba el arma y miraba a su alrededor con los ojos de un soldado entrenado.

Nikolai, por su parte, no dejaba de alentarlo. "Así se hace, Kirill. Esto es lo que solíamos hacer. Siente el ritmo, deja que el bosque te guíe."

El punto culminante del día llegó con un ejercicio de disparo de precisión. Nikolai había dispuesto varios blancos a diferentes distancias, algunos ocultos entre los árboles, otros en movimiento. Kirill, ahora más concentrado que nunca, se preparó para la prueba. Respiró hondo y levantó su rifle, sintiendo el peso familiar en sus manos.

El primer disparo resonó en el silencio del bosque, seguido rápidamente por otro y otro. Kirill se movía con determinación, sus ojos enfocados y su mente clara. Uno a uno, los blancos cayeron, cada disparo más preciso que el anterior. Cuando el último objetivo fue alcanzado, un silencio lleno de respeto se apoderó del grupo.

Nikolai sonrió ampliamente, un orgullo palpable en su rostro. "Ahí está mi sobrino. Sabía que lo tenías en ti."

Price asintió, visiblemente impresionado. "Buen trabajo, Kirill. Has demostrado que sigues siendo el soldado que siempre has sido."

Ghost, aunque más contenido en su expresión, se acercó y colocó una mano en el hombro de Kirill, un gesto simple pero significativo. "No has perdido el toque," murmuró, su voz grave pero con un matiz de aprecio.

Kirill sintió un alivio abrumador, como si una gran carga hubiera sido levantada de sus hombros. Aún no recordaba todo, pero en ese momento, en ese claro en el bosque, supo que estaba más cerca de recuperar lo que había perdido. Su habilidad, su instinto, y la confianza de aquellos a su alrededor eran pruebas de que su identidad estaba volviendo, paso a paso.

Al caer la noche y regresar a la cabaña, Kirill estaba agotado pero satisfecho. El entrenamiento no solo había reafirmado sus habilidades, sino que también le había mostrado que, con el apoyo de aquellos a su alrededor, podía reconstruir lo que se había roto. Aunque el camino hacia la recuperación total aún era largo, ahora tenía la certeza de que podía enfrentarlo, con el conocimiento de que no estaba solo.

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