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Xavier /ᐠ˵- ᴗ -˵ma ᶻ 𝗓 𐰁 :
No pudiste evitar moverte entre las sábanas mientras tu trasero se presionaba firmemente contra Xavier mientras él te acercaba más. Su cabeza descansaba en el hueco de tu cuello, dándote pequeñas lamidas de gatito. El sueño aún nublaba tu mente y te tomó unos segundos darte cuenta de que su bulto estaba presionando contra el peluche de tu trasero.
—Duele... —soltó un gemido. Tenía los ojos entrecerrados y las orejas caídas sin poder hacer nada. No quería despertarte y nunca quiso molestarte, pero el dolor que recorría su mitad inferior era insoportable. No podía evitarlo, pero te necesitaba más que nunca.
—Por favor, ¿puedes hacer que me sienta mejor, cariño? —preguntó desesperadamente mientras tú tarareabas en respuesta. El roce de sus labios contra tu cuello te puso la piel de gallina y arqueaste la espalda lo suficiente para frotarte contra él.
Él gruñe suavemente en la concha de tu oreja cuando frotas tu mitad inferior contra su erección vestida. Sus manos se deslizan debajo del dobladillo de tu camisa, encontrando la curva de tus pechos. Sus manos los amasan desesperadamente mientras sus dedos rodean uno de tus pezones.
Recuperas la respiración mientras sus dedos se enroscan alrededor de la cinturilla de tus bragas. Pequeños jadeos de placer logran escapar de tus labios mientras sus manos encuentran la manera de jugar con tu clítoris. Sus dedos presionan contra tu entrada, provocándola ligeramente como si le rogara. Dejas escapar un gemido, arqueando aún más la espalda mientras él empuja un segundo dedo hacia adentro mientras sumerge superficialmente sus dedos entre tus pliegues, recolectando la grasa en las yemas de sus dedos.
—Estoy tan mojada... Necesito estar dentro de ti.
—Suelta un gruñido bajo y retira sus dedos cubiertos de grasa de tu coño, lo que te hace gemir. Rápidamente se quita los calzoncillos, desesperado por liberar su polla de su constricción. En un instante, sus manos encuentran el camino de regreso hacia ti y las colocan en la parte posterior de tus muslos.
Sin decir palabra, sus manos guiaron suavemente tu muslo hacia arriba. Su mente estaba en una nube, consumida por nada más que pensamientos sobre ti, de estar dentro de ti y llenarte de nada más que él solamente.