Capítulo 13: Aquí te espero

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Nunca he sido una mala estudiante, más bien lo contrario. A lo largo de los casi diez años que llevo viviendo en el orfanato Everhome han sido pocas las veces que he suspendido. Es cierto que no empecé muy bien. A penas recuerdo mis primeros meses en el orfanato. Solo recuerdo que odiaba ir a un colegio nuevo donde no tenía amigos y donde todo el mundo me miraba con pena y no sabían cómo tratar conmigo. Esa fue una etapa dura porque tampoco tuve amigos hasta que casi un año después llegó Jensen al orfanato y gracias a él pude centrarme nuevamente en los estudios.

Desde aquel primer año iba mejorando mis calificaciones y cada vez iban viniendo más niños y niñas que acabaron siendo mis mejores amigos. Cuando cumplí los once llegó una chica a la que hoy por hoy sigo considerando mi mejor regalo de cumpleaños, mi gemela malvada. Luca y Jossie se hicieron esperar un par de años más y el último en llegar fue Kennedy, a quien quiero como si le conociera desde siempre y que es mi otro gran apoyo para labrarme un buen futuro que me lleve lejos de Riverhill .

Sin embargo, tras la clase de matemáticas de hoy estoy bastante segura de que voy a suspender y eso me aterra.

—Es imposible. —Me llevo una mano a la cabeza —Ni de broma apruebo. No me he enterado de nada durante toda la hora.

Cierro mi libro de golpe asustando a Callie, mi compañera de pupitre.

—Bienvenida a las últimas dos semanas de mi vida.

Lo único que quiero es salir corriendo así que le dedico un asentimiento a modo de despedida y salgo a toda prisa.

Fuera hace calor así que me recojo el pelo como puedo en un moño y me recuesto contra mi taquilla llevándome las manos a la cabeza.

Mierda, no puedo suspender, esto no estaba en mis planes. Quizá debería dejar lo del baile...pero no puedo dejar colgada a Jossie. No sé cómo pero me tengo que concentrar ya de ya.

—¿Por qué has salido tan deprisa? —Jensen me saca de mis pensamientos.

Deja caer su mochila al suelo y se recuesta junto a mí.

—Es imposible, Jens.

Una de sus manos aparta las mías de mi cara.

—¿Qué es imposible?

—Aprobar.

—¿Matemáticas?

—Sí. —Asiento y me vuelvo a llevar una mano a la cabeza al recordar las complejas fórmulas que apenas unos minutos antes el profesor DeMarco estaba escribiendo en la pizarra.

—No es cierto y lo sabes. Lo que pasa es que ahora no lo ves.

—Pues tal vez debería ir a comprarme unas gafas porque ahora solo veo negro y un gran cero en mi examen.

—Claro que ves un cero. —Se pone frente a mi sujetándome las manos —Solo te falta girar un poco la cabeza y ver el uno que lo acompaña.

Sonrío sin ganas.

—Ojalá.

—Hemos superado momentos peores. Unas cuantas integrales y derivadas no te van a detener ahora. No las vamos a dejar.

Sus ojos marrones me miran con ternura y esperanza. Sigue siendo aquel niño tierno y especial que me saco de mis malas costumbres cuando era niña.

—Vale, tienes razón. —Agito la cabeza como si me desprendiera de los malos pensamientos —Vamos a aprobar matemáticas, a graduarnos y a tirar para adelante.

—Exactamente. Además, tenemos a un experto en números que te puede echar una mano.

—Cierto ¿vamos a buscarle?

DONDE FUIMOS FELICESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora