Nunca he sido una mala estudiante, más bien lo contrario. A lo largo de los casi diez años que llevo viviendo en el orfanato Everhome han sido pocas las veces que he suspendido. Es cierto que no empecé muy bien. A penas recuerdo mis primeros meses en el orfanato. Solo recuerdo que odiaba ir a un colegio nuevo donde no tenía amigos y donde todo el mundo me miraba con pena y no sabían cómo tratar conmigo. Esa fue una etapa dura porque tampoco tuve amigos hasta que casi un año después llegó Jensen al orfanato y gracias a él pude centrarme nuevamente en los estudios.
Desde aquel primer año iba mejorando mis calificaciones y cada vez iban viniendo más niños y niñas que acabaron siendo mis mejores amigos. Cuando cumplí los once llegó una chica a la que hoy por hoy sigo considerando mi mejor regalo de cumpleaños, mi gemela malvada. Luca y Jossie se hicieron esperar un par de años más y el último en llegar fue Kennedy, a quien quiero como si le conociera desde siempre y que es mi otro gran apoyo para labrarme un buen futuro que me lleve lejos de Riverhill .
Sin embargo, tras la clase de matemáticas de hoy estoy bastante segura de que voy a suspender y eso me aterra.
—Es imposible. —Me llevo una mano a la cabeza —Ni de broma apruebo. No me he enterado de nada durante toda la hora.
Cierro mi libro de golpe asustando a Callie, mi compañera de pupitre.
—Bienvenida a las últimas dos semanas de mi vida.
Lo único que quiero es salir corriendo así que le dedico un asentimiento a modo de despedida y salgo a toda prisa.
Fuera hace calor así que me recojo el pelo como puedo en un moño y me recuesto contra mi taquilla llevándome las manos a la cabeza.
Mierda, no puedo suspender, esto no estaba en mis planes. Quizá debería dejar lo del baile...pero no puedo dejar colgada a Jossie. No sé cómo pero me tengo que concentrar ya de ya.
—¿Por qué has salido tan deprisa? —Jensen me saca de mis pensamientos.
Deja caer su mochila al suelo y se recuesta junto a mí.
—Es imposible, Jens.
Una de sus manos aparta las mías de mi cara.
—¿Qué es imposible?
—Aprobar.
—¿Matemáticas?
—Sí. —Asiento y me vuelvo a llevar una mano a la cabeza al recordar las complejas fórmulas que apenas unos minutos antes el profesor DeMarco estaba escribiendo en la pizarra.
—No es cierto y lo sabes. Lo que pasa es que ahora no lo ves.
—Pues tal vez debería ir a comprarme unas gafas porque ahora solo veo negro y un gran cero en mi examen.
—Claro que ves un cero. —Se pone frente a mi sujetándome las manos —Solo te falta girar un poco la cabeza y ver el uno que lo acompaña.
Sonrío sin ganas.
—Ojalá.
—Hemos superado momentos peores. Unas cuantas integrales y derivadas no te van a detener ahora. No las vamos a dejar.
Sus ojos marrones me miran con ternura y esperanza. Sigue siendo aquel niño tierno y especial que me saco de mis malas costumbres cuando era niña.
—Vale, tienes razón. —Agito la cabeza como si me desprendiera de los malos pensamientos —Vamos a aprobar matemáticas, a graduarnos y a tirar para adelante.
—Exactamente. Además, tenemos a un experto en números que te puede echar una mano.
—Cierto ¿vamos a buscarle?
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DONDE FUIMOS FELICES
Novela JuvenilNell Aldrin, una chica de 17 años con un espíritu inquieto, ha pasado la mayor parte de su vida en el orfanato Everhome, un lugar que, aunque deteriorado y dirigido por una mujer malhumorada y arisca, es el único hogar que ha conocido. Pero ahora, e...