Capítulo 24: No lo entiendo

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Resulta que Henry y Jake viven en uno de los edificios que se pueden ver desde el parking del instituto, así que reconozco la zona enseguida. Cuando bajamos el coche, me tiende la mano y juntos subimos hasta el cuarto piso. Temo que me empiecen a sudar las manos y lo note. Tengo ganas de ver dónde vive, cómo es su casa y así poder conocerle un poco más, sin embargo, no puedo evitar sentir un ligero nerviosismo en la boca del estómago.

Su apartamento es sencillo y huele a limpio. Me hace un rápido tour, mostrándome la pequeña cocina, el salón-comedor y el baño. Por último, señala dos puertas, una junto a la otra.

—Ese es la habitación de Jake. —Señala la puerta de la izquierda y a continuación la de la derecha —Esta es la mía ¿por qué no te pones cómoda en el sofá mientras yo busco una película?

Tenía la esperanza de que me enseñara su habitación pero lo entiendo. Apenas nos conocemos y una habitación puede contener una gran cantidad de información e intimidad que todavía no esté preparado para compartir conmigo.

Asiento y vuelvo por el pequeño pasillo hasta el salón. Me dejo caer en el sofá color burdeos de dos plazas. No es muy grande, pero es sorprendentemente cómodo. Me acurruco contra uno de los reposabrazos cuando noto algo duro debajo de uno de mis muslos. Levanto la pierna y... mierda.

Un paquete de tabaco. No es cualquier paquete, es de la misma marca que fumaba Dean, mi ex. Los cigarrillos que fumábamos juntos.

Cuando agarro el paquete me tiemblan las manos ¿miedo?¿ganas?

Cuento hasta diez tratando de tranquilizarme. Me niego a dejarme llevar por el pánico como la última vez, pero ¡joder, no es fácil!

El tacto del cartón y el peso se me hacen terriblemente familiares. Una parte de mi quiere abrir la ventana y arrojar la pequeña caja de cartón lo más lejos posible. La otra... la otra quiere abrirla y oler el contenido, aunque sea un segundo. Solo una vez.

Los pasos que resuenan en el pasillo que lleva a las habitaciones me saca de mi embotamiento mental. Me pongo nerviosa, no quiero que Henry me vea así, así que hago algo profundamente estúpido. Me guardo los cigarrillos en la mochila.

Fuerzo una sonrisa, en el momento exacto en el que Henry entra con un CD en una mano y me vuelvo a acurrucar en el lado derecho del sofá. Mi nivel de activación es muy elevado, estoy cardiaca, necesito distraerme ¡pero ya!

Se acerca a la televisión y prepara la película. Mientras se entretiene con los botones del televisor me quito el cabestrillo para tener más movilidad. Una vez le da al botón de «play», se acerca al sofá.

—Ven, siéntate conmigo. —Le tiendo la mano y la acepta.

Apenas se ha acomodado a mi lado cuando agarro su rostro con mi mano buena y le beso. Es un beso exigente, un beso lleno de ansiedad. Tarda un par de segundos en responderme, le ha sorprendido mi arrebato. Cuando se repone del impacto inicial, lleva sus manos a mi cintura y me aprieta contra él, con cuidado de no hacerme daño en el brazo herido. Nuestras lenguas se entrelazan y nuestros labios colisionan una y otra vez. Bajo una mano hacia su pecho a la par que el sube una de sus manos por mi espalda.

—Nena. —Suspira en busca de aire.

Me separo unos segundos y le miro. Tiene las pupilas dilatadas y el rostro serio. Yo debo de dar una imagen bastante parecida.

Ahora es él el que inicia el beso. Este es más pausado, más perezoso. Besa muy bien. Sin embargo, busco y busco, pero no encuentro lo que ansío. Sigo igual de alterada o incluso más. No me distraigo, mi cabeza no se calla.

Lentamente me separo de él.

—Vaya. —Me dedica una sonrisa ladeada.

—Sí, vaya. —Le sonrío de vuelta.

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