Capítulo 18: Ha faltado poco

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Cuando llegamos hay mejor ambiente que nunca. Personas de todas las edades caminan a la luz de las farolas, hablando y riendo. Los puestos de pulseras, ropa e infinidad de cosas más, están llenos de gente que compra o se para a mirar. Y un hombre bastante mayor toca el saxofón dándole un toque de música jazz al ambiente. Es un sitio genial.

Sin aguardar un segundo nos perdemos entre la gente y nos paramos en varios puestos. Me pruebo varios anillos que Henry insiste en regalarme. Como es de esperar en mi, declino cada una de sus ofertas. Seguimos paseando hasta que veo algo que me llama la atención. Se trata de un pequeño cuaderno de cuero marrón. Es como una especie de diario antiguo que se cierra con un fino cordón del mismo material. En pocas semanas va a ser el cumpleaños de Jensen y estoy segura de que le va a encantar. Tras pagar mi nueva adquisición siento como me rugen las tripas y , a pesar de que quiero seguir paseando, le sugiero a Henry que vayamos a cenar.

El restaurante de Milla, la novia de Jake, es un establecimiento muy sencillo pero la comida está riquísima. Henry me presenta a su cuñada como su «amiga» pero nuestras manos entrelazadas dejan claro lo contrario. Milla asiente y nos da la bienvenida. Milla es una chica muy simpática y cuando estamos despidiéndonos nos repite una y otra vez que tenemos que volver al restaurante de vez en cuando para volver a vernos.

—Milla es genial. —Murmuro mientras me apoyo con ambos codos en la barandilla que separa el paseo del río.

Hemos llegado al final del camino, a una zona menos iluminada y con menos gente pero igual de bonita.

—Mi hermano tiene suerte —Dice y, aunque estoy con la mirada fija en el agua, siento como se coloca a mi lado—y yo también.

—Es cierto. No todos tiene la suerte de tener una cuñada así.

—No me refería a eso.

Confundida le miro y respiro hondo al ver lo cerca que estamos. No me atrevo a moverme. Solo soy capaz de mirarle a los ojos. Su mirada baja hasta mis labios y siento que su mano abandona la mía para dejar una suave caricia en mi mejilla.

Hacía mucho tiempo que no tenía esta sensación de anticipación, de querer quedarme quieta, suspendida en este estimulante silencio, y a la vez no poder para de pensar abalanzarme sobre él sin perder un segundo. Y eso es lo que hago, no me espero, no lo pienso, solo actúo.

Con ambas manos sujeto su rostro y lo acerco hasta que nuestros labios se encuentran. La sensación de suavidad y calor de sus labios me atrapa. Nuestras lenguas se hacen presentes en un beso lento y sin prisas y sus manos se afianzan en mi cintura acercándome todavía más a el.

No se cuánto tiempo pasa hasta que nos separamos para poder respirar. Apoya su frente en la mía y nos quedamos así durante unos segundos, escuchando únicamente el ritmo irregular de nuestra respiración.

—Vaya —Digo cuando por fin vuelvo a respirar con normalidad.

—Vaya —Asiente.

Quiero decir algo más pero de repente me siento cohibida. Acabo de besarme con un chico al que apenas conozco de unos días y con el cual he tenido mi primera conversación de verdad hoy. Y ha estado muy bien. Además, es la primera vez que un chico me besa desde hace más de un año, sin contar lo que ocurrió con Kennedy, que no cuenta. No cuenta ¿qué hago de nuevo pensando en él? Mal. Mal.

—¿Todo bien?

Su pregunta me devuelve a la realidad y asiento cogiéndole de la mano.

—Todo geni...

—¡¿Nell?!

Alguien gritando mi nombre me interrumpe y rápidamente me giro a ambos lados en busca de la persona que me ha llamado y en cuanto la veo no doy crédito.

DONDE FUIMOS FELICESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora