Capítulo 20: Se acabó

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—No. —Niega Taylor —Solo lo sabemos nosotros. Así que hay que pensar en algo ¡ya!

Pensar, pensar, pensar. Eso es lo que hago durante los siguientes minutos. Eso y adecentarme un poco. Que con el despertar tan extraño que he tenido no me he molestado en fijarme que pintas tengo. Me cepillo el pelo y me limpio los restos del pintalabios que me puse ayer. Luca tenía razón ¡menudas pintas!

—¡Ya lo tengo! —Dice Kennedy llamando la atención de todos —Hoy iba a quedar con una amiga para jugar un partido de fútbol. Se lo dije ayer a Garrett y me ha dado permiso para ir. Le diremos que vais a venir a jugar aunque realmente vengáis solo a animar. Cuando acabe vamos al hospital y llamamos a Garrett. Le decimos que Nell se tropezó mientras jugaba y que le han puesto una escayola ¿qué os parece?

—Es un buen plan. —Murmuro a pesar de que solo puedo pensar en la frase «iba a quedar con una amiga» ¿será alguien de instituto?¿«Pa» quizá?

El resto de mis amigos, ajenos a las preguntas que vuelan por mi cabeza, asienten.

Unos minutos después los chicos se marchan y Joss y Taylor me acompañan al baño, tapando mi escayola con una toalla, y me ayudan a vestirme después de una aparatosa ducha en la que lucho por no mojarme el brazo y por no partirme la crisma en el proceso.

—Toma, ponte este jersey. Es de mangas anchas y largas así que mientras no saques la mano no se te tiene por que ver la escayola. —Dice Jossie mientras me pasa un enorme jersey azul.

—Por cierto, Joss, siento lo de tu ropa. —Me disculpo al recordar el montón de ropa llena de suciedad y agujeros que hay apilado en un rincón de mi habitación —Te compraré una falda y una camiseta nueva.

Ella me mira y niega con la cabeza.

—Ni se te ocurra, Nell ¿me has oído? Solo faltaba que después de lo que hiciste encima me tuvieras que comprar ropa. Además, tampoco me gustaba mucho la falda.

Sé que miente para hacerme sentir mejor y se lo agradezco pero no me siento cómoda por haber arruinado una de sus faldas favoritas.

—Bueno. —Asiento poco convencida —Está bien.

Cuando las tres ya estamos duchadas y vestidas bajamos al comedor y a cada paso que doy rezo porque nadie se fije en mi abultado brazo izquierdo. Taylor dice que no se nota pero yo siento que el brazo me pesa cada vez más y que en cualquier descuido lo van a ver. Sin embargo, el desayuno transcurre sin ningún incidente, al igual que las siguientes horas.

A media mañana sigo en mi cuarto pues no me he atrevido a salir. Con toda la paciencia que soy capaz de reunir, que no es mucha, me peleo con una camiseta de manga corta de deporte que, gracias a mi enorme escayola, me está costando un mundo ponerme.

—Venga, por favor, colabora un poco...¡Mierda!

He debido de coger la camiseta más ajustada que tenía en el armario. Me encuentro con un brazo metido, el brazo izquierdo atascado, al igual que la cabeza. Menudo desastre me he montado yo solita. Con la mano libre tiro de la parte baja de la camiseta para poder sacar la cabeza pero se resiste y se enrolla todavía más.

—¡Venga ya!

Cuando estoy apunto de intentar quitármela alguien llama a mi puerta.

—Soy yo ¿puedo pasar? —la voz de Kennedy llega amortiguada por la puerta.

—¡Un minuto!

Cómo no, tenía que venir justo ahora.

Perdiendo la poca paciencia que tengo empiezo a tirar de la dichosa camiseta en todas direcciones.

DONDE FUIMOS FELICESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora