Capítulo 28: ¿Cómo ha podido pasar algo así?

6 4 0
                                    

—No veo nada, Aldrin ¿estás segura de que era aquí?

—Claro que sí, la vi ayer mismo. A ver, déjame pasar.

La caseta de jardinería es bastante estrecha y, si a eso le sumas el enorme cortacésped que ocupa casi un tercio de la estancia, es complicado moverse con normalidad. Luca se aprieta contra la estantería llena de útiles para trabajar el jardín, dejándome el suficiente espacio entre él y el tremendo armatoste con el que ayer me hice un moratón. Cuando logro llegar al fondo empiezo a tantear la desgastada pared de madera en busca de un pequeño dispositivo de plástico, no más grande que un libro.

—Debería estar por aquí —murmuro.

—Mejor voy a por una linterna.

—¿Quieres esperar un segundo? Creo que era por aquí...¡bingo!

Un poco más abajo que mi rodilla encuentro el pequeño programador de riego que vi la última vez que estuve aquí.

—¡Aleluya!

—Como soy buena amiga no te voy a decir «te lo dije».

—¡Oh que magnífica y benévola amiga! —Exclama con fingido entusiasmo —¿puedo verlo ya?

—Está bien. —Bufo —Todo tuyo.

Me aparto y observo como se pone de cuclillas y empieza a toquetear la pantalla y los botones del pequeño cacharro de plástico.

—¿Crees que funcionará?

Suelta un suspiro sin dejar de manipular el programador.

—Es la pregunta del año. No sé qué decirte la verdad, pero estropear el riego e inundarlo todo es lo único que se nos ha ocurrido para ganar tiempo. Desde luego que no impedirá nada, pero al menos servirá para que retrasen la inspección.

—No me puedo creer que vayan a venir mañana.

—Pues créetelo porque va a pasar. —Susurra más derrotado de lo que jamás le he oído.

—Oye, —Le pongo una mano en el hombro —es normal que estemos nerviosos pero ya verás que todo va a salir bien.

No creo que mi frase tenga mucho efecto, al fin y al cabo ni yo misma termino de creérmela, pero no nos queda otra.

—Claro. —Murmura ausente.

Después de eso nos quedamos en silencio, mientras Luca continúa a lo suyo y yo me siento cada vez menos útil. Un cuarto de hora más tarde me empiezo a impacientar y siento que debo hacer algo.

—¿Quieres que te traiga un vaso de agua o algo?

—No hace falta. Ya casi está.

Me dedica una rápida mirada y sin decir nada más vuelve a centrar su atención en lo que tiene entre manos.

—¿Qué? —Espeto.

—¿Qué de qué?

—Venga, Luca, que nos conocemos. Quieres decir algo.

Esta vez si que se levanta y se gira hacia donde estoy.

—Mira, Aldrin, no me gusta entrometerme en la vida de los demás pero, como somos amigos, te lo tengo que decir. Hubiéramos tardado menos si Cooper, a quien realmente se le dan bien estas cosas, hubiera venido en mi lugar.

Agacho la mirada algo avergonzada.

—Ya lo sé.

—Sé que lo sabes pero lo que parece que no sabes, que no sabéis, es que vuestra pelea, y tu nueva dinámica de apartarte de todo el grupo, no os afecta solo a vosotros. No sé qué ha pasado, ni quiero saberlo, pero tenéis que arreglarlo. Cooper está ausente y tú desaparecida. El grupo ya no es lo que era, ya no funciona igual. Con todo lo que se nos viene encima, si no estamos unidos ya no nos queda nada.

DONDE FUIMOS FELICESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora