Desde pequeño, siempre se le dejo en claro que debía o ser un omega o un alfa, ya que, la familia Tomioka era conocida solo por tener Omegas y alfas, que podían dar a luz a camadas de 5-3 cachorros.
Sin embargo, cuando su edad de presentación llego, quedo palido, no había sido un omega como muchos le decían, ni un alfa, no, era un beta, uno simple, sin poder dar ni crear vida.
Su hermana, por el contrario había sido una alfa, de un carácter fuerte pero amable, siendo la esposa perfecta ya que en cuanto se reveló su casta, empezó a tener varias ofertas de matrimonio.
Mientras que él, él solo fue echado a un lado, nada nuevo, su familia ya no lo trataba con cariño, no, eran fríos con él, diciendo que "No eres digno de tener el apellido Tomioka", aquello siempre lo ponía a llorar.
Su hermana, Tsutako, era la única que aun lo quería, mimandolo y consolando su llanto, cuando su familia no le daba de comer, recibia la comida por parte de su hermana, ella, aquella alfa, que en volvía su pequeño ser, había jurado protegerlo, aquello molesto a toda su familia que cuando su hermana se casó con un omega, el fue repudiado por el esposo de su hermana, diciendole qué no era nadie.
Durante una noche de invierno, la nieve cubría el piso, la luna daba un hermoso brillo y Giyuu era echado de su casa, cuando intento entrar, una piedra le fue lanzada y seguido de eso, otra, otra y otra. Corrió lo mejor que pudo mientras se cubría la cabeza, dejando que las lágrimas fluyeran y la sangre igual, cuando empezó a perder fuerzas, sintió como el frío quemaba sus pequeños pies, se tumbo contra un árbol mirando a las estrellas.
—Perdon... Perdónenme— susurro mientras intentaba cerrar los ojos, esto es lo que merecía, no era nadie después de todo, a nadie le importaría su muerte.
Mientras dejaba que la nieve cubriera su cuerpo, escucho pasos, supuso qué se trataba de algún animal, tal vez su vida termine más rápido.
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Cuando despertó, estaba en un futon, siendo observado por dos pares de ojos, intento levantarse y sintió como fue agarrado, ayudandolo a sentarse.
—¿Donde...estoy?— tosió un poco mientras se tapaba la boca, vio como uno de los chicos se paró, trayendole té caliente.
—Estas en la casa de los Shinazugawa— coloco una orilla de la taza sobre los labios del beta, ayudándole a beber aquel liquido —Sanemi, un gusto—
Bebió aquel té, sintiendo como aquel líquido le calentaba por dentro, cuando fue separado de sus labios, soltó un suspiro, dejando un poco de su peso sobre el chico detrás de él.
—Él es Obanai Iguro, te estará cuidando— sonrio aquel chico, mientras señalaba a él otro de atrás.
Los miro por un momento, podía ver que esos dos tenían su misma edad, simplemente asintio mientras veía a Sanemi caminar de nuevo hasta la mesa. Observó todo, se veía acogedor, como su hogar.
Salió de sus pensamientos cuando la puerta fue azotada, algo asustado por el repentino golpe, volteo a ver y vio a un niño pequeño asomarse, tenía el pelo negro.
—¡Hermano! El baño esta listo— sonrió en grande, notando como los ojos azules de aquel chico estaban mirándolo, sintió sus pequeñas mejillas sonrojarse y se retiro rápidamente
No dijo nada ante aquello, dirigiendo nuevamente su mirada a Sanemi quien lo veía calmadamente, sintió sus propias mejillas colorearse e intento echarse hacia atrás, su espalda chocando contra el pelinegro.
—Es mi hermano menor, tranquilo. Obanai, llevalo al baño— Pidió, era normal que hiciera eso puesto que aquel chico le pertenecía, ya que lo salvó de su familia. Tomo la mano de Giyuu y dejo un beso en el dorso de esta, sonriendo al verlo más rojo.
Obanai tomo al de pelo azabache entre sus brazos, sorprendiendo al otro ante la facilidad con la que fue levantado, miro a Sanemi qué seguía con aquella mirada, causandole un escalofrío.
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Dentro del baño, Giyuu soltó un suspiro cuando el agua caliente toco su piel, intentaba relajarse a pesar de sentir la mirada de Obanai sobre él.
—¿Quieres entrar?— pregunto con timidez, bajando la mirada cuando sus ojos conectaron con el pelinegro.
Obanai, algo dudoso acepto, quitandose sus prendas para poder entrar junto al azabache, ambos sumergidos en el agua caliente estuvieron en silencio.
—Felicidades— murmuro, mientras se hundia un poco más, ganandose una mirada curiosa de Giyuu —Nos casaremos pronto— aquello fue suficiente para dejar en un pesado silencio el lugar.
—¿¡Qué!?— Pregunto, levantandose y luego siendo jalado hacia abajo
—Baja la voz, es lo justo— Frunció el seño al ver al chico algo espantando, luego lo platicara con el idiota de Sanemi.
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Estaba en blanco, el precio de ser rescatado, de tener un techo sobre su cabeza y comida, era casarse con ambos chicos. Aquello removió algo en su ser, incluso cuando insistió que era un beta y no podía darles crías dijeron que estaba bien, ahora estaba llorando en brazos de ambos, sintiendo las caricias y amor de su parte ahora familia.
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Momentos de giyuu y ships
FanfictionSolo serán ideas que se vienen a mi mente, en otras palabras un libro de incorrctquiotes o como se escriba