Un fuerte suspiro salió de entre los labios del elemental del Radón, quien disfrutaba una copa llena de su Vodka especial como era costumbre mientras miraba apaciblemente el hermoso paisaje que le proveía Markland a través de su gran ventanal el cual iluminaba toda la habitación donde este reposaba.
Había terminado con las labores que Lord Dark le había encomendado hace ya un tiempo, su mente divagaba en cosas que no entendía, como la decisión tan repentina de Lantana por desertar o los sentimientos de Lord Dark hacia ellos, la guerra no solo se había mostrado de forma física. Si no también, en sus corazones.
Los ojos violetas de Kriotoro se clavaban en la pequeña tropa que yacía entrenando afuera y que su enorme ventanal le dejaba una vista perfecta a aquellos aprendices a guerreros los cuales estaban bajo su custodia.
– Eso es, sigan así – susurraba para sí mismo.
No lo hacía notar, pero realmente le gustaba mirar a las nuevas proezas debatirse en el campo de batalla, demostrando lo que valían y preparándose para la próxima guerra o la próxima invasión.
Se recargó en su silla mirando hacia el techo, estaba cansado de toda esa situación, pero tampoco podía quejarse, ya que le gustaba su trabajo. Kriotoro era un guerrero de elite, el mismo se había alistado para el puesto en que estaba y demostró a todos que era el más capacitado para aquel papel, no había hecho menos que Cirinia, ambos se esforzaron para llegar a donde estaban y seguirían luchando para alcanzar un puesto más alto y alcanzar a su vez la gloria.
– ¿Kriotoro? ¿Estás aquí?
Una pequeña vocecita inocente le sacó de sus pensamientos y lo hizo ruborizar al mismo tiempo. Sonrió sutilmente y se dio la vuelta en su silla para encarar a la joven que había cruzado la puerta para entrar en su habitación.
Su corazón volvió a latir con intensidad cuando supo de quien se trataba y podía confirmarlo con su figura. Entró una dama hermosa, alta y rubia, tenia una figura muy provocadora cubierta por un vestido negro no demasiado largo y retazos de tela blanca que hacían de capa y se sujetaba de sus hombros, sus blanquecinos pies eran cubiertos por unas delgadas zapatillas, su tez blanca resplandecía como los brillos que dejaba al caminar, esos que se desprendían de su pequeña capa y dejaban un rastro donde ella había estado. Lo más llamativo que ella tenia eran sus bellos ojos pateados, ojos mismos en los que Kriotoro se perdía cada vez que la miraba o la tenía cerca. Sus delgados dedos cerraron la puerta y un brillo inundó sus pupilas cuando vio al príncipe delante de ella.
Él suspiró, estaba bastante aliviado de que aquella joven aun siguiera en el recinto donde el mismo vivía.
– ¡Kriotoro! – volvió a decir aquella dama, corrió hacia el y se lanzó a sus brazos, este la recibió con cariño a la vez que acariciaba sus cabellos y se aferraba como un niño a la rubia.
– Estoy aquí Kumbier, regresé – le susurró al oído.
La rubia se separó de el momentáneamente para limpiarse unas pocas lagrimas que le habían salido por los sentimientos que le azotaban en aquel momento, luego miró de nueva cuenta a Kriotoro mientras que llevaba sus manos encontradas cerca de su pecho.
– Estaba muy preocupada, tardaste más de lo que prometiste y después supe que te desmayaste en batalla, traté de venir a verte, pero no me lo permitieron.
La mano de Kriotoro se pasó por el marco del rostro de Kumbier, provocándole un ligero sonrojo a la menor y una sonrisa inocente se estiró en sus rosados labios, esta mirada era correspondida por la mirada enternecida de su mayor quien plantó sus dedos en el pequeño mentón de la fémina.
– Tranquila, estoy bien, la misión se retrasó un poco, pero obtuve lo que quería y regresé – dijo Kriotoro con ternura – además, sabes que no puedes verme después de una batalla y aun así me alegra que hayas esperado por mí.
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Merry y los elementos "Saga Blanco y Negro"
FantasyCuando el mal aparece ella también, la tierra temblará, junto con toda la galaxia ¿te atreves a vivirlo? Merry es una estudiante de secundaria en San Francisco con un secreto tan grande que hasta ella misma desconoce, su vida dará la vuelta de 180 g...