Capítulo 25 ~ Una devastadora escena

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Maxi sintió que se le erizaba la piel. Congelada en su sitio, trató de comprender el horrible espectáculo que tenía ante sí. Casi la mitad de la muralla que rodeaba la aldea estaba en ruinas, y las llamas mortecinas aún parpadeaban entre los escombros carbonizados. Sin pensárselo, espoleó a su caballo hacia la aldea, pero Ulyseon se lo impidió.

— Aún hay humo, mi señora. Es probable que el ataque haya sido reciente. El enemigo puede estar al acecho.

— P-Pero... si el ataque fue reciente... puede que haya supervivientes.

Una repentina ráfaga obligó a Maxi a frenar a su caballo. Su estómago se revolvió mientras el penetrante olor a humo llenaba sus pulmones. Por encima de la aldea negra como la ceniza, la nieve blanca y pura ondeaba junto a vientos que parecían soplar con más fuerza. Kuahel Leon se adelantó trotando con su caballo de guerra, interrumpiendo su silenciosa evaluación de la escena de pesadilla. Parecía sorprendentemente tranquilo.

— Vinther, explora la zona. El enemigo podría haberse escondido en los alrededores. Cedric, tú vendrás conmigo. Como ha señalado Lady Calypse, puede que haya supervivientes.

Kuahel miró a Maxi antes de volverse hacia Calto.

— ¿Cuántos de ustedes pueden usar hechizos de rastreo?

— Serían todos nuestros magos de viento y tierra — respondió Calto, con voz grave.

Antes de que el comandante pudiera siquiera pedirlo, Calto se dirigió a un mago bajo y corpulento llamado Nevin.

— Llévate a los magos de Sigrew para que ayuden en el reconocimiento. Los demás seguirán a sir Kuahel hasta la aldea.

— Debemos enviar un mensajero a la ciudad más cercana de inmediato — intervino Ulyseon —. Si han sido capaces de arrasar una aldea de este tamaño, es probable que nos enfrentemos a una gran banda de monstruos. Hay que pedir refuerzos.

Kuahel Leon fulminó a Ulyseon con la mirada, molesto porque alguien que no era el papa tuviera la desfachatez de darle órdenes. Arrugó la frente, pero pronto cedió.

— ¡Harman! Llévate a Luke y a Abett contigo. Ve al oeste, informa al vizconde Sevron de lo sucedido y pídele ayuda. Avisa también a los pueblos del camino para que se preparen para un posible asalto.

— ¡Sí, Comandante!

El caballero de oscuro bronceado partió como el viento junto a otros dos. Maxi se preguntó si era prudente enviar sólo un grupo de tres. Los estaba viendo partir, con una expresión de preocupación grabada en el rostro, cuando Kuahel Leon empezó a bajar la colina con los restantes Caballeros del Templo. Los magos los siguieron rápidamente hacia la aldea devastada.

— Permanezca cerca de mí, mi señora — dijo Ulyseon, sin perder de vista sus alrededores.

Maxi asintió y trató de cabalgar lo más cerca posible de él. Al mismo tiempo, invocó su maná por si tenía que lanzar una barrera en cualquier momento.

Los Caballeros del Templo escalaron primero las ruinas de la muralla caída y entraron en la aldea. Una mezcla de miedo y nervios se había apoderado de Maxi, haciéndole olvidar el frío. Mientras conducía a Rem por el suelo ennegrecido, observó con cautela las casas convertidas en escombros. Delante había una entrada de piedra arqueada, milagrosamente intacta. Pasaron por debajo y se encontraron en una calle desolada llena de madera chamuscada. Mientras cabalgaban, se dio cuenta horrorizada de que los bultos oscuros esparcidos por todo el pueblo eran los restos carbonizados de sus habitantes.

Conteniendo las ganas de gritar, detuvo a Rem. La horripilante visión le revolvió el estómago.

— ¿Podría utilizar un hechizo de rastreo para buscar supervivientes? — preguntó Kuahel Leon con una voz inquietantemente tranquila.

Debajo del Roble ~ Libro 07 [Temporada dos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora