—Espere, ¿qué está diciendo? —pregunté apresuradamente.
Se cruzó de piernas y me miró fijamente con una expresión llena de arrogancia.
—¿Acaso pensabas que, con un contrato firmado, podrías divertirte jugando como siempre?
—No, no es eso.
El problema era que el escritorio y la silla se trasladaran a esta oficina...
Le supliqué con la mirada.
—¿No es la oficina del Gran Duque?
—Correcto y, a partir de ahora, también será tu lugar de trabajo.
—¿Por qué?
—Para observarte de cerca.
¿Acaso me convertí en un experimento de laboratorio? ¿Me pondrá a su lado para observarme de cerca?
Jadeé y abrí la boca, sin embargo, la expresión de Caius no mostraba ni un atisbo de risa. Sentía una sinceridad pura al 100%.
—No te preocupes, como puedes ver, mi oficina es muy espaciosa, así que tu presencia no interferirá en mi trabajo.
¿Por qué me parecía que se estaba divirtiendo de forma extraña? Me resultó frustrante.
—¿Y mi opinión?
—No cuenta.
—Esto es injusto.
—¿Por qué lo dices? Creo que es bueno para ti también.
—¿De qué forma?
—Podrás ver mi cara.
—... No gracias.
¿Qué se supone debería hacer con este egocéntrico?
Estaba a punto de defender mis derechos y privacidad cuando de repente los sirvientes entraron corriendo. Ignoraron mi expresión de incredulidad y, siguiendo las órdenes de Caius, colocaron un escritorio y una silla en el espacio libre de la oficina antes de retirarse en silencio.
—Ahora tienes un gran lugar para trabajar.
¿Dónde exactamente...?
Me quedé sin palabras.
Dicen que perder el habla cuando te sorprendes es algo real, y en este momento me encontraba exactamente en ese estado.
—A partir de ahora, asegúrate de llegar todos los días a la hora establecida. Cerca de las 10 de la mañana será suficiente —añadió Caius mientras se levantaba del respaldar y regresaba a su escritorio.
Seguí vagamente sus movimientos, en medio de un estado de shock e incapaz de asimilar la realidad.
De repente se dio media vuelta y sonrió.
—Será bueno que te asegures de llegar a tiempo. A menos que quieras ser despedida en tu primer día.
Su mano señaló el séptimo punto del contrato.
«Quiero llorar.»
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Me seduce el ingrato que quiere matarme
Romance-Charlotte, te amo. -... ¿Eh? Al abrir los ojos, me di cuenta de que había poseído a la temida villana de la novela que escribí, y esto justo después de haber lavado el cerebro al protagonista masculino. ¡Qué locura! No quiero besar al protagonista...