—Respecto a lo de Robert y también a lo de ahora, pareces estar dedicando más esfuerzo del necesario a los asuntos de mi territorio.
—¿Acaso no debería hacerlo? ¿No es bueno para ti?
—¿Estás interesada en mí, por casualidad?
—¿Has enloquecido?
¿Qué estaba diciendo? ¿No era eso un poco extremo?
Robert no estaba equivocado del todo... Caius es un paciente con narcisismo de grado terminal.
—Lo siento, pero no puedo aceptarte. Si acaso albergas sentimientos en tu corazón hacia mí, por favor, resuélvelos pronto.
—Solo por curiosidad, ¿no hubo nadie que señalara tu enorme egocentrismo, Su Alteza?
—Porque es un hecho objetivo que soy atractivo.
Qué desagradable. No recuerdo sentirlo así cuando escribía, ¿qué ocurrió?
—Dicen que los hijos no siempre hacen lo que sus padres quieren...
—¿Qué has dicho?
—Digo que regresemos rápido. No podemos perder el tiempo aquí cuando tenemos un montón de trabajo acumulado. Además, tengo hambre.
Así que, debería pensar en algo rápido.
—Si al menos escuchara, podría convencerlo... ¿No hay alguna manera?
—Bueno, podemos arrastrarlo.
¿Este tipo está loco?
—¿Funcionará?
Lo miré sorprendida, y él soltó una risita.
«Te has vuelto a burlar de mí.»
A veces parecía muy serio, pero en otras ocasiones hacía bromas sin sentido.
Me sumí de nuevo en mis pensamientos.
Originalmente, Daymon aparecería dentro de un año, después de que el territorio de Lucifemia fuera gravemente destruido por el villano final y los magos oscuros, para brindarle su protección a Caius.
La desesperación de no querer perder también a Caius fue lo que lo movió.
«Esa fue una escena bastante increíble.»
Pensándolo de nuevo, escribí muy bien la novela.
—¿En qué piensas?
—El hecho de que soy bastante impresionante.
—Estás delirando.
¿Qué sabes tú de la mente de un autor?
«No sabes nada, hombre poco filial.»
Chasqueé la lengua internamente y me incorporé.
La mirada oblicua de Caius me siguió.
—No se puede evitar —dije, sacudiendo la tierra de mi vestido—. Solo hay una manera.
—¿Se te ocurrió una buena idea?
Conocía bien la personalidad de Daymon.
Siendo un caballero que ha pasado su vida de manera obstinada, ni aceptaría ni las dulces persuasiones o la complacencia a medias. De hecho, eso solo le generaría más aversión.
—Le diré la verdad. Que necesitamos a Sir Daymon Nilsson.
—¿Crees que nunca intenté eso?
—Su Alteza seguramente empezó ofreciendo condiciones como un trato preferencial y un alto salario, ¿verdad?
ESTÁS LEYENDO
Me seduce el ingrato que quiere matarme
Romance-Charlotte, te amo. -... ¿Eh? Al abrir los ojos, me di cuenta de que había poseído a la temida villana de la novela que escribí, y esto justo después de haber lavado el cerebro al protagonista masculino. ¡Qué locura! No quiero besar al protagonista...