🪨 𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 3 🪨

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—Dado que existe riesgo de fuga, enciérrenla en la prisión subterránea. En 3 días se iniciará el procedimiento de expulsión de la capital.


Fue implacable.

Me entregué y ni siquiera me dio la oportunidad de quitarme los grilletes mágicos antes de arrojarme a la prisión subterránea. El Emperador no tiene corazón.

—Aun así, es una suerte. Evité la pena de muerte.

Me senté en el frío suelo de piedra y me acaricié el pecho.

Esta es la parte más profunda de la prisión subterránea, donde Charlotte estuvo encarcelada antes de su ejecución en la novela original.

—Es extraño verlo en persona.

Toqué el húmedo suelo de piedra con la punta de los dedos. Había un olor desagradable y estaba resbaloso debido al musgo.

—Charlotte debió odiar esto.

Esto habría sido un infierno para alguien con su personalidad.

Aunque Charlotte fue la villana de la novela, nunca la odié. De hecho, me rompió el corazón y me preocupó durante el proceso de escritura.

Esa chica me recordaba a mí.

Las personas que nunca la consideraron familia.

La personalidad distorsionada por jamás ser amada.

Y el hecho de que nunca podría ser la protagonista del mundo.

Todo era una proyección de mí misma.

De hecho, me sumergí más profundamente al describir a Charlotte que a Leoni, la amada protagonista femenina.

—Eso no significaba que deseara ser Charlotte.

¿Esto es karma?

Mientras permanecía sentada con la mirada perdida en el techo, escuché un alboroto en la entrada de la prisión subterránea.

Varias voces se mezclaban y se acercaba el sonido de los pasos de alguien. Pronto, una figura encapuchada sosteniendo una antorcha apareció.

El rostro de la persona me resultaba familiar.

—... ¿Leoni?

El caballero que la seguía parecía incómodo.

—Señorita Schmidt, el Emperador ha ordenado exiliar a esta peligrosa criminal. Puede ser peligrosa.

Uff, yo también soy una señorita de Schmidt.

Leoni le sonrió suavemente al caballero.

—No te preocupes, tiene puestos los grilletes mágicos. Abre la puerta, por favor.

—Pero...

—Por favor.

Esta es la especialidad de Leoni: Sonreír con una expresión inocente.

—Entonces, será solo un momento.

—Gracias, caballero.

El caballero, sonrojado por el agradecimiento de Leoni, carraspeó y abrió la puerta de la celda.

*Chiiiir*

Leoni entró y se quitó la capucha. Su ondulado cabello rosado cayó suavemente y sus ojos celestes estaban llenos de tristeza.

—Charlotte, estás hecha un desastre.

—¿Qué pasó? Creí que te habías desmayado.

—... ¿Tu cabeza está bien? No esperaba que mi madre se comportara de esa forma.

Me seduce el ingrato que quiere matarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora