🪨 𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 25 🪨

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—Ugh.

Qué amargo.

Inconscientemente fruncí el ceño.

Cada vez que mordía el Ilraune, un sabor amargo similar al del agua estancada se extendía, provocándome náuseas.

«Ahora que recuerdo, el Ilraune crudo tiene algo de toxicidad.»

Si me enfermo después de comer esto, ¡reclamaré una indemnización! No debería haber exigido sólo el salario promedio de un sirviente.

«¡Debo recibir una paga adicional por el trabajo extra!»

Contuve las arcadas, tragando con dificultad el Ilraune.

—Iugh.

*¡Thump, thump, thump!*

Mi cuerpo reaccionó al instante.

Sentía mi corazón latiendo a punto de estallar y mi cabeza ardiéndome. Al mismo tiempo, mis extremidades se entumecieron.

—Vamos, mantén la calma. Concéntrate.

Respiré hondo, concentrándome en todas las sensaciones de mi cuerpo. Al calmar mi poder mágico descontrolado, pronto sentí cómo mis venas se expandían y el poder mágico recorrer con rapidez mi cuerpo.

—... ¡Lo hice! —exclamé maravillada, olvidando el sabor desagradable—. El Ilraune no es una broma.

La magia de Charlotte por sí sola era increíble, pero multiplicada o triplicada se volvía abrumadora.

—Con solo comer las raíces fue suficiente.

¿Qué tan impresionante sería el elíxir bien procesado?

Aún asombrada por un momento, me concentré en conservar el enorme poder acumulado en mi cuerpo, evitando que escapara.

Concentré la magia, que llenaba todo mi cuerpo, en las puntas de mis dedos y la compacté firmemente.

¿Qué tipo de magia era esta? No debía desperdiciar ni una gota.

*Uh-Uh*

Sentí una explosión de poder desde la punta de mis dedos, y una brillante luz se expandió.

La luz cubrió intensamente todo el cielo en las inmediaciones, dejándome ciega por su intensidad.

*¡WOOOM!*

El enorme destello de luz llenó los alrededores y se extendió en todas direcciones.

*¡Kieeee!*

Entre la brillante luz, apenas podía escuchar a los grifos retorciéndose de dolor.

—Ugh... ¿Lo conseguí?

Abrí los ojos, fuertemente cerrados.

Me costó un momento recuperar la visión debido al resplandor. Cuando por fin miré al cielo, vi a la manada de grifos escapar en masa.

—Hah... Pude hacerlo.

Liberando la tensión, dejé caer los brazos. Sentí que el poder mágico, que había llenado mi cuerpo, se desvanecía de golpe como si una presa se rompiera.

Tal vez por la concentración excesiva, me sentía completamente agotada.

Al cabo de un rato, los soldados, que se escondieron, comenzaron a salir uno a uno y estallaron en vítores al ver el campo de batalla en calma.

—¡La maga ahuyentó a todas las bestias!

—¡Viva la maga!

—¡Nos ha salvado!

Me seduce el ingrato que quiere matarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora