Caius parecía realmente decidido a echar a Eden y le dio instrucciones a Vassel para que lo sacara.
—Espera, no lo hagas.
Me paré delante de Eden.
—¿También quieres ser echada?
—Por supuesto que no. Hay una cosa más importante.
Caius ladeó la cabeza, mostrando un claro desinterés. Estaba claro que solo me escucharía de forma superficial.
Pero había algo que no ignoraría.
—Como sabrás, Eden puede controlar bestias mágicas. Es una habilidad bastante rara incluso en el reino demoníaco.
—Sí, gracias a eso mi territorio ha quedado hecho un desastre.
—No te preocupes por ello, Eden se encargará de restaurarlo todo. Más importante, Eden...
Le di otro codazo a Eden en el costado para que hablara.
Eden, con la boca torcida, hizo un gesto con desdén. De repente, una sombra se proyectó fuera de la ventana.
*¡Kieeee!*
Una gigantesca figura pasó rápidamente junto a un sonido de viento atronador.
~Poco después~
*Rrrr. Rrrrr*
Un grifo se estaba restregando contra mí. Debido a su tamaño de al menos cuatro o cinco veces mayor al mío, me sentía completamente enterrada en su plumaje.
«Un poco grande, pero adorable.»
Mirándolo así, era totalmente encantador.
—Como puedes ver, ofuuofuu, con Eden aquí podremos domar a los grifos.
En el extenso prado detrás del edificio principal, decenas de grifos se revolcaban provocando un sonido estruendoso.
Los hombros de Eden se alzaron con orgullo al escucharme, mientras tanto, Caius y Vassel estaban mudos y con expresiones atónitas.
—[¡Kyu! ¡Kyu!]
Hasta nuestro pequeño Golsun parecía emocionado.
¿Cuándo se volvieron tan cercanos? Observé a Golsun saltando sobre la espalda de un grifo, y luego miré a Caius.
—Estoy pensando en usar estos grifos para formar una orden de caballería voladora.
—Cada vez te superas más.
—Escucha esto. Lucifemia es atacada constantemente por magos oscuros. Aunque no ha pasado algo realmente peligroso hasta ahora, no sabemos qué tipo de crisis repentinas podrían surgir solo por estar ubicados en el límite del continente. Tener una orden de caballería voladora sería una tremenda adición a nuestras fuerzas.
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Me seduce el ingrato que quiere matarme
Romance-Charlotte, te amo. -... ¿Eh? Al abrir los ojos, me di cuenta de que había poseído a la temida villana de la novela que escribí, y esto justo después de haber lavado el cerebro al protagonista masculino. ¡Qué locura! No quiero besar al protagonista...