Solo una noche [sanegiyuu]

Capítulo 3: ¿Por qué te gusto?

Giyuu siente el momento exacto en el que Sanemi se enfada. Hay un ligero cambio en su postura y otro en la dureza de su mirada. Cuando responde, lo hace en tono mucho más parecido al del Sanemi habitual.

—¿Que por qué me gustas? Pues porque eres una de las personas más admirables que conozco. Siempre intentando ayudar a quienes lo necesitan, estando ahí para ellos aunque después ellos no lo estén para ti. Siempre intentando ser mejor, entrenar más, no repetir los mismos errores. —Deja escapar un resoplido—. Además, por si no te habías dado cuenta, eres jodidamente atractivo.

Giyuu parpadea. ¿Admirable? ¿Cómo es posible que Sanemi lo considere admirable cuando nunca ha sido capaz de estar ahí cuando debía?, ¿de proteger a las personas a las que más quería?

—Y, sí, también te odio. Claro que te odio. No puedo soportar que te creas mejor que el resto de pilares.

—¿Que me crea mejor?

Lo repite porque no tiene ningún sentido. ¿Mejor que los demás pilares?, ¿él? ¿Después de no haber conseguido evitar que los demonios mataran a Tsutako y a Sabito?

—¿No me escuchas cuando hablo, Tomioka? Me refiero a tú actitud de «no soy como vosotros» y a que nos ignores cada vez que intentamos hablar contigo. Me irrita que no nos consideres dignos de estar en el mismo puesto. Aunque supongo que no me molestaría tanto si no quisiera impresionarte.

Giyuu no tiene ni idea de que responder a eso. Sanemi lo ha malinterpretado todo, y por eso lo odia. El problema es que no tiene ni idea de por dónde empezar a explicárselo. Además está esa última afirmación, que el pilar del viento quiere impresionarlo.

«Las personas que calman a los afectados por esta clase de técnicas son por las que, en condiciones normales, ya se sienten atraídos.»

Su mirada recorre el rostro de Sanemi. La piel pálida surcada de cicatices, la línea de la mandíbula, los ojos violetas que aún guardan una ligera chispa de enfado.

Y entonces Giyuu hace algo tremendamente estúpido: toma el rostro de Sanemi entre sus manos y junta sus labios con los del pilar.