Extra (versión alternativa 4): Ayer

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«¿Dónde estoy?».

Es el primer pensamiento que cruza la mente de Giyuu al despertar en una habitación que no reconoce. Se dispone a incorporarse para examinar mejor el cuarto cuando nota los brazos que le rodean la cintura. Al mirar hacia abajo descubre una cabeza de cabello blanco apoyada en su pecho.

«Sanemi.»

Giyuu se siente enrojecer.

¿Es la casa de Sanemi? ¿Acaso lo ha traído él? Cree recordar que se enfrentó a un demonio, puede que acabara herido en la pelea. Eso explicaría el dolor palpitante de su cabeza. Pero, ¿no debería estar en la finca de Shinobu entonces? ¿O había demasiados heridos allí y no quedaban camillas libres? Aun así, ¿por qué ha acabado en casa de Sanemi? Shinobu sabe que el pilar del viento no soporta estar en la misma habitación que Giyuu. No tiene ningún sentido. ¿Y por qué durmieron juntos? Las casas de los pilares tienen varios cuartos, no sería estrictamente necesario que compartieran habitación. ¿O es que hay más gente durmiendo aquí? ¿Es una especie de fiesta de pijamas? Quizás bebieron y por eso Giyuu no lo recuerda. Aunque, claro, si hubiera más gente en la casa sentiría su presencia y no nota a nadie más. La única explicación posible es que... 

«Oh, mierda.»

¿Y si Shinobu lo mandó a pasar la noche en casa de Sanemi y sí que estaba en otra habitación pero entró ahí mientras dormía? 

«Sanemi me va a matar.»

Intenta moverse, pero el pilar del viento tira de él hacia el futón de nuevo.

—Yuu, quédate, por favor —murmura.

Giyuu desiste en su intento por salir de ahí. La estrategia de huir antes de que Sanemi se de cuenta de que ha entrado acaba de autodestruírse. El pilar ya sabe que está ahí. Aun así, no parece demasiado enfadado. Quizás solo sea porque está medio dormido o quizás haya una explicación en esa parte del día anterior que Giyuu no recuerda. Decide que merece la pena arriesgarse a preguntarle.

—Shinazugawa.

No recibe ninguna respuesta.

—Shinazugawa —repite, sacudiéndolo por los hombros.

—¿Sí?

—Despierta.

—No me seas pesado, Tomioka —bufa el otro. Aun así, se sienta en el futón, frotándose los ojos—. ¿No me podías dejar dormir cinco minutos más?

—¿Qué pasó ayer?

Sanemi abre los ojos de golpe y los fija en él. Hay algo parecido a la decepción en el fondo de su mirada.

—¿En serio no te acuerdas de nada?

Giyuu se esfuerza por hacer memoria. Lentamente, los recuerdos vuelven a él acompañados de un fuerte dolor de cabeza. El ataque del demonio, los temblores mientras se dirigía a la Mansión Mariposa, el beso en el pasillo, el diagnóstico de Shinobu, cenar con Sanemi en medio de un incómodo silencio, las discusiones al inicio de la noche, el instante tranquilo de después, la conversación sobre su paso por la Selección Final, la disculpa del pilar y el abrazo que la siguió, la pelea de almohadas, dejarse caer entre las sábanas sonriendo tras el debate sobre quién había ganado, que Sanemi le permitiera volver a besarlo... y luego nada. Un vacío blanco.

«¿Y si... ?»

La vergüenza lo quema por dentro, pero tiene que preguntarlo.

—¿Nosotros hicimos... eso?

—¿El qué? —Tras un segundo de silencio, Sanemi entiende lo que Giyuu le está intentando decir y se sonroja hasta la punta de las orejas—. No, no, no. No pasó nada... nada así. Yo no... no te haría hacer... bueno, eso. Y menos estando enfermo. No... 

Giyuu asiente.

—Lo siento. Necesitaba confirmarlo.

—No te preocupes, es normal que lo pensaras. Ya sé que hasta ahora no te he tratado precisamente bien, pero nunca se me ocurriría hacer eso. —Deja escapar un resoplido, ya más calmado—. Ya que me has despertado deberíamos desayunar, que luego hay que llevarte con Kocho para que te revise.

Giyuu asiente de nuevo y Sanemi sonríe al verlo.

—No te voy a gritar, ¿sabes?

Aparta su flequillo oscuro con delicadeza para posar un fugaz beso en su frente y se levanta del futón como si fuera lo más normal del mundo. Giyuu se lo queda mirado y eso hace que Sanemi se de cuenta de lo que acaba de hacer.

—Oh. No quería volverlo incómodo.

—No es incómodo, solo no me lo esperaba.

Giyuu sonríe, haciendo que un rubor aparezca en las mejillas del pilar del viento. Se levanta, recolocándose la yukata prestada, y sigue a Sanemi hasta la cocina.

Solo una noche [sanegiyuu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora