Capítulo 1: Encuentro inesperado

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Los dedos de Sanemi se deslizan por su pecho, rodeando los botones dorados de su uniforme de cazademonios.

Giyuu nota la ligera presión de la cabeza del pilar en su hombro, los cabellos blancos haciéndole cosquillas en la mejilla; la sensación cálida que produce el torso del otro al estar tan cerca de su espalda. Lo nota con la misma fuerza con la que siente el latido de su corazón, ese bum bum bum que retumba en sus oídos mientras él lucha por no perder la concentración.

—... efecto residual de un arte demoníaca —está diciendo Shinobu Kocho. La chica pasea por la habitación mientras habla, mezclando componentes en distintos viales—. El demonio debió de alcanzar a Shinazugawa con su ataque antes de que él consiguiera matarlo.

—¿Por eso actúa así? —pregunta Giyuu.

Por una vez, su voz no suena totalmente inexpresiva. Todavía está intentando procesar el hecho de que, mientras estaba entrando en la Mansión Mariposa para una revisión rutinaria, se encontrara a Sanemi y este en lugar de ignorarlo o insultarlo, lo besara. Así sin más. Se había acercado a Giyuu con una sonrisa y había rodeado su cintura con una mano. El pilar del agua se había tensado, sin saber muy bien qué esperar. Y entonces Sanemi Shinazugawa lo besó.

Giyuu se apartó de inmediato, confundido. Antes de que pudiera pedirle explicaciones a Sanemi, este apoyó la frente en su pecho y lo rodeó con los brazos.

—¿Por qué no quieres, Giyuu?, ¿he hecho algo mal?

Fue entonces cuando el pilar del agua se dio cuenta de que no era solo una broma, algo iba realmente mal. Además de haber hablado en un tono mucho más tranquilo y suplicante del que le había oído nunca, lo había llamado por su nombre. Sanemi lo había llamado Tomioka cientos de veces. Lo había llamado idiota, descerebrado y otros tantos insultos más graves miles de veces.

Pero nunca lo había llamado por su nombre.

Obviamente, Giyuu insistió en hacer que Shinobu lo examinara. Que su comportamiento cambiará tan drásticamente solo podía ser culpa de una lesión cerebral o de un ataque demoníaco. Resultó ser la segunda.

—Sí, por eso actúa así —responde Shinobu. Las manos de Sanemi bajan hacia su abdomen y Giyuu tiene que sujetarlo por las muñecas para frenarlo—. He mirado su sangre y no creo que los efectos duren demasiado, hasta mañana como mucho.

—¿Hasta mañana?

—Sí. No es preocupante, ya ha pasado más veces y ha sido peor. Esta clase de técnicas hacen que los afectados sientan una irritación física, como si se estuvieran quemando por dentro, y lo único que hace que la irritación se calme es estar cerca de... ciertas personas. Es realmente molesto para ellos si no son capaces de hacer que su cuerpo purgue rápido el veneno, pero Shinazugawa no parece estar teniendo ese problema. Y todavía es peor si no encuentran a su persona, algo en lo que Shinazugawa también ha tenido suerte. Tú debes de ser su persona, Giyuu-san. Por eso te busca constantemente y por eso es tan difícil convencerlo de que deje de abrazarte.

—¿Por qué yo?

Shinobu levanta la vista de su colección de matraces para mirar a su amigo. Le sonríe de forma tensa, como si por su mente rondase un «¿cómo te lo digo?».

—Las personas que calman a los afectados por esta clase de técnicas son por las que, en condiciones normales, ya se sienten atraídos.

«Las personas por las se sienten atraídos.»

Las palabras rebotan en la mente de Giyuu, haciendo que su corazón se acelere. Apenas es capaz de empezar a entender su significado cuando Shinobu interrumpe sus pensamientos con una alarma nueva.

—Quédate con él hasta que vuelva a ser el de siempre, ¿vale?

«Oh, no. Oh, no no no no.»

—Pero...

—Sin peros, Giyuu-san —repone la pilar de insecto mientras los conduce a la puerta—. Ya va a ser difícil aguantar a un Shinazugawa molesto por los efectos del arte demoníaca, solo nos falta que además tenga falta de sueño. Llévalo a tu estado y vigílalo hasta que vuelva en sí, ¿quieres?

—¿Tengo que dormir con él?

—Solo es una noche, no te vas a morir —ríe Shinobu. Pero Giyuu no está tan seguro de eso. A veces tiene la impresión de que a Sanemi le gustaría poder matarlo—. Dile que se pase por aquí mañana a primera hora para que lo revise. Ahora, si me disculpais, tengo que atender a otro paciente. Sayonara~

Cierra la puerta sin darle tiempo a Giyuu para protestar.

El joven vuelve la cabeza hacia su hombro derecho. Sus ojos coinciden con los iris morados de Sanemi, que sigue estando apoyado en él, con los brazos alrededor de su cintura. El pilar del viento le sonríe con dulzura, como si estuviera observando a su pareja desde la adolescencia en lugar de a la persona a la que odia. Esa sonrisa basta para que un ligero sonrojo aparezca en las mejillas de Giyuu.

«Solo es una noche.»

Solo una noche [sanegiyuu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora