Giyuu sujeta a Sanemi antes de que caiga del todo al suelo. Se arrodilla y lo apoya en su regazo con cuidado de no tocar la herida de la que sigue brotando sangre.
—Suéltame —protesta Sanemi. Intenta empujarlo pero no consigue reunir la suficiente fuerza—. Ve a por Kocho.
—No voy a dejarte aquí. Tenemos que ir hasta la aldea más próxima y enviar un cuervo.
—Ni se te ocurra cargarme.
Pero no hay otra forma de hacerlo, así que Giyuu lo hace subirse a su espalda y echa a andar. Llegan a una aldea al cabo de quince minutos. Encuentran una posada en la que los alarmados dueños ayudan a Giyuu a dejar a Sanemi en un futón e insisten en traerle comida, agua y toallas por mucho que el pilar del viento les diga que su herida no es tan grave como parece.
Giyuu sale un momento al patio para enviarle un cuervo a Shinobu y vuelve a la habitación de Sanemi. Encuentra al joven sentado en el futón. Por la expresión de dolor que no consigue ocultar, sabe que les ha mentido a los dueños de la posada. La herida sí que es grave.
El cuarto entero huele a sangre.
Giyuu cierra la puerta a su espalda.
—He avisado a Shinobu.
Sanemi vuelve la cabeza para no tener que mirarlo. Sus dedos alisan la sábana compulsivamente, intentando eliminar unas arrugas inexistentes.
—¿Esperas que te de las gracias? Es tu puto trabajo. Ahora vete, no quiero hablar contigo.
—Tengo que vigilarte.
—Puedo vigilarme solo. Y así puedes dejar de actuar como si te importara.
Giyuu da un paso hacia él.
—Me importas.
—No. —La expresión de Sanemi es de indiferencia, pero sus ojos delatan que está muy lejos de sentirla—. Si te importara me habrías avisado de que había más demonios, pero preferiste dejar que me atacaran.
Otro paso.
—Te avisé. Tú no me escuchaste. No quería que te hicieran daño.
«Fui yo el que no llegó a tiempo. Es culpa mía.»
—¿Por qué iba a importarte? -resopla Sanemi.
—Porque yo... —Tiene que decirlo, lo sabe. Y aunque no debería afectarle tanto en una situación así, los latidos de su corazón luchan por superponerse unos a otros en una carrera que hace que, de pronto, sus pulmones no funcionen tan bien como deberían—. Porque yo te quiero.
Al fin, Sanemi lo mira. La chispa que brilla en sus ojos es más tenue que antes.
—¿Sí?
—Sí. —Se sienta junto a él en el futón y Sanemi no intenta echarlo—. Pero no puedo estar contigo.
—Yo... no lo entiendo, Giyuu. ¿He hecho algo mal?
—No, tú eres perfecto. —Tiene que contener las lágrimas que amenazan con salir tras escucharlo. Los recuerdos de esa noche juntos se arremolinan a su alrededor como hojas secas arrastradas por el viento. «¿Por qué no quieres, Giyuu? ¿He hecho algo mal?». El problema es que él sí que quiere. Pero no puede. No puede. No puede. No puede. Y eso le duele. El problema...—. El problema soy yo.
—¿Qué? No, no —Sanemi toma su cara entre las manos con delicadeza—, tú no eres un problema.
Giyuu se aparta.
—Hago daño a la gente. Si dejo que se acerquen a mí, acaban muriendo porque nunca soy lo suficientemente fuerte para protegerlos cuando hace falta.
—Tú no eres débil, eres uno de los pilares más fuertes que conozco. Y yo puedo protegerme solo, no tienes porqué preocuparte por eso conmigo.
Giyuu niega con la cabeza.
—No, sí que soy débil. Aunque lo diga de broma, Shinobu tiene razón: todos me odian. Me odian porque no sé cómo se hace para acercarse a los demás pero no tanto como para que perderlos no me rompa y entonces me alejo de ellos y eso hace que crean que los odio y que ellos me odien a mí.
—Pero, Yuu, eso te está haciendo daño.
—Es mejor que me haga daño a mí que que mueran por mi culpa.
—No es culpa tuya. —Sanemi se acerca de nuevo y está vez Giyuu no tiene fuerzas para apartarse de sus manos, que toman su rostro con cuidado, como si no quisieran arriesgarse a romperlo. La chispa de sus ojos ilumina la habitación con una llama dulce y cálida—. No es culpa tuya.
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Solo una noche [sanegiyuu]
RomansTodo empezó con un beso. Sanemi Shinazugawa está actuando raro alrededor de Giyuu Tomioka. Este decide llevarlo a la enfermería, donde Shinobu Kocho les explica que le ha afectado un arte demoníaca que hace que Sanemi necesite la cercanía de la pers...